Han Solo Raikkonen

A Sebastian ya hay quien le ha puesto un sable láser en la mano confiando tal vez, en que a Iceman le pueda dar lo mismo qué herramienta lleve su compañero o qué puesto le hayan otorgado al de Heppenheim los que le llamaron a él, precisamente a él, para poner en su sitio a Fernando.

En realidad, de los que vitorearon al finlandés a su llegada a Maranello no queda ni el tato salvo don Leo Turrini, lo que en esencia no es bueno ni malo pero sí bastante mosqueante. En todo caso, cabe reconocer que una vez visto lo que daba de sí el F14-T, a Kimi todo le ha importado un carajo por lo cual y a estas horas —va, me la juego—, sospecho que disfruta de sus bien ganadas vacaciones quizás con un vaso de vodka entre los dedos, mientras Vettel aprende, memoriza de pe a pa e interioriza, el manual de instrucciones del coño arma para tiempos nobles y tal, que diría Obi-Wan Kenobi.

No obstante y es una opinión, hace bien en coger fuerzas el campeón de 2007 porque el fregao que tiene en brazos Ferrari para el año que viene es de órdago a la grande y no está pasando en absoluto desapercibido. Tal es así, que incluso David Coulthard duda de que la alineación de conductores para 2015 sea la más adecuada...

A ver, contar con dos inadaptados a la nueva normativa para levantar La Scuderia resulta muy bizarro y tiene su aquél, no podemos negarlo. Sabemos cómo es Kimi y bien está que el tetracampeón del mundo tenga toneladas de ilusión y se sienta con ganas de liderar el proyecto y la rebelión y el retorno de los jedis, pero pongámonos serios: cuando Michael Schumacher desembarcó en la rossa, posiblemente la de Il Cavallino andaba peor que ahora, un suponer, pero el alemán traía bajo el brazo un nuevo método de trabajo que hoy conoce y aplica hasta el último mono de la parrilla. Como dije hace unas semanas, también andaban por allí Ross Brawn y Jean Todt entre otros, y no podemos olvidar tampoco, que a mediados de los noventa del siglo pasado, los motores Ferrari aún acojonaban lo suyo.

En fin, quiero decir con todo esto que el escenario no es el mismo ni se le parece, lo que nos pone en que de ilusión no se vive y en que a lo peor, otro suponer, lo que ha abonado FIAT a Bernie no sirve ni para pipas porque con 84 tacos, un día no se levanta Darth Vader de la cama y a nadie le extraña, ya me entendéis.

Sea como fuere, Raikkonen, el gran olvidado de esta historia, podría no ser una ameba y andar en plan peleón aunque en estado latente, a la espera de lo que le depare 2015 en tanto en cuanto a vehículo, se entiende. Y en sintonía con lo dicho, Minttu podría muy bien decirle a su chicarrón todas las noches, antes de dormir, lógicamente: «¿Notas las pataditas, Kimi? ¡Anda, susúrrale a la cosita lo que serás capaz de hacer si tienes auto. Y háblale también de James Hunt, mi vida...!»

Portugalete y Espoo se fundieron en fraternal abrazo tal que en el Gran Premio de Alemania de 2005, y desde entonces, Kimi es como de casa, para que nos entendamos. Tiene sus cosillas, que diría Jackie Stewart pero ni está muerto, deportivamente hablando, ni se podría apostar a que lo esté si el 666 sale medianamente pasable.

En 2013 puso contra las cuerdas a Romain Grosjean y a quien se le plantase delante mientras el E21 aguantó. Lo de menos es si Raikkonen responde cuando se le pellizca o si le hierve la sangre en contadas ocasiones, lo importante es que a él todo se la sopla salvo disfrutar en pista, incluso los cuatro campeonatos consecutivos y la huída ante Ricciardo que atesora quien será su compañero el año que viene. Eso sí. Eso de pasarlo bien conduciendo que no se lo toque nadie. Y si puede, que espero que pueda, a Iceman no lo va a parar ni el silencio que le rodea en la actualidad.

Don Leo, a quien Dios confunda, no ha entendido todavía que la frialdad no tiene nada que ver con la inanidad. Ha caído en la misma trampa que otros y en consecuencia, sitúa el sable láser en la mano de Sebastian olvidando que cuando las cosas se pongan chungas, que se pondrán, Kimi siempre podrá dar dos o tres patadas al Halcón Milenario para meterlo en cintura, porque una cosa es segura, el bendito cacharro rojo de la temporada venidera tiene que responder a dos formas de conducir que con sus peculiaridades, son practicamente idénticas. Y ahí, lo digo sinceramente, me juego los cuartos por el tipo que en estos momentos habrá abandonado su vaso de vodka sobre la mesilla para posar un beso en la tripita de Minttu y decirle que sí, que le contará a lo que venga quién era James y cómo al británico, se la soplaba todo menos lo realmente importante.

Os leo.