martes, 9 de diciembre de 2014

La «barbie» egoísta


Si Mattel decidiera un día hacer una versión «égoïste» de su archifamosa muñeca, seguro que daba a luz un engendrillo escuchimizado, pequeño, canoso y con gafas, y por tanto, a priori dificilísimo de vender.

Bueno, lo de complicado de vender podríamos ponerlo en cautela pero mejor que no, la verdad. La chavalería nos está saliendo conservadora de narices y esto no tiene nada que ver con la filiación política de sus progenitores, que aquí el que os escribe goza de la amistad de bonitos exponentes de ambos bandos, si se puede decir así, y con nuestros más y nuestros menos, cuando tocó pelear por un mundo nuevo lo hicimos de azul o de rojo, pero la mayoría de nosotros con el mismo horizonte de anhelos. ¡Qué tiempos!

Pero a lo que iba, que no es otra cosa que por esas cosas que tiene la diosa Fortuna, o el dios Capital, vaya usted a saber, se ve que el chiquilleo pretende pasar de las conquistas de sus padres agarrándose como posesos a aquellos roles hoy tan teóricamente en desuso pero vigentes a pleno pulmón, que definen que los niños juegan a asuntos de niños y visten de azul y las niñas, a asuntos de niñas y no se hable más mientras impere el rosa. A resultas de lo cual y avanzados en edad, nuestros jóvenes declinan a cargar tintas en la testosterona o en la pura y dura conveniencia mientras sus opositoras de género trampean con el maquillaje y las ropitas aunque unos y otras lleven un doctorado bajo el brazo...

Exagero, siempre lo hago, así que disculpadme porque también soy consciente de que en este Apocalipsis de San Juan que nos ha tocado vivir, entre tanto negro y tanto blanco también hay espacio para infinitos matices que sabe Dios que aprecio y admiro, quizás con la amarga sensación de que la guerra entre pasado y futuro que sufrimos en la actualidad, la ha ganado esa generación supuestamente perdida de seres vivos, que aguantaron la posguerra con tal de sacarnos adelante como fuera, que se aferran en la actualidad a aquello tan caduco de las buenas costumbres que tan bien ha funcionado siempre.

En fin. No hay reproche sino algo de asunción de derrota. Quizás comenzamos a perder batallas cuando nos creímos que el mayo del 68 iba a dar para lo que siempre prometió y jamás ha dado y eso es enteramente culpa nuestra, pero el caso es que nuestros mayores viven cada día más y tienen más y más influencia y aquí entra Bernie, un octogenario que por desgracia, tiene las ideas claras y el poder para imponerlas.

Y también encajamos nosotros, una turba de inocentes que pensamos alguna vez en que podríamos gobernar el mundo y a la postre hemos descubierto, que el timón lo manejan quienes lo sostuvieron por primera vez allá como en los setenta u ochenta del siglo pasado. Ecclestone entre tantos otros.

Sí, si Mattel apostara por hacer una versión «égoïste» de su famosa muñeca, seguro que alumbraba un Bernie minúsculo con aleta de tiburón al dorso, y fijo que tenía éxito.

Os leo.

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