miércoles, 5 de diciembre de 2012

Y sin embargo, amigos


Mucho antes de que el paddock se convirtiera en un casino fortificado en el que incluso se hace necesario disponer de llave maestra para entrar al baño y desvelar sus secretos, ocurrían en su interior historias sencillas y entrañables, aunque también había de las otras a pesar de que me interesen menos, para qué engañarnos.

Aprovechando que la semana pasada, concretamente el día 29 de noviembre, se cumplían 25 años desde que los dos individuos de la fotografía que decora esta entrada fallecieran en el mismo accidente, me apetecía atemperar las aguas de este final de temporada 2012 recordando que hubo tiempos pasados, en los cuales el fluido que circulaba por las venas de la F1 parecía incluso sano, entre otro montón de factores, intuyo, porque precisamente la distancia que separaba a los actores de la obra y a los espectadores de la misma resultaba minúscula, tanto, que las alegrías y los dramas se vivían con una intensidad que hoy nos puede resultar totalmente desproporcionada.

Decía que el jueves pasado se cumplía un cuarto de siglo exacto desde que gran parte del equipo Embassy Hill falleciera en el viaje de vuelta a Gran Bretaña desde el circuito francés de Le Castellet (Paul Ricard), donde se habían estado efectuando pruebas de cara a la sesión venidera.

La temporada 1975 había terminado a principios del mes anterior, en el Gran Premio de los USA, celebrado sobre el trazado de Watkins Glen, lugar donde Niki Lauda se coronaría como bicampeón del mundo sobre un Ferrari 312T. La escudería de Graham Hill (el tipo mayor de la foto) había obtenido 3 puntos, el primero de ellos logrado en Suecia por el chaval que está a su lado, Tony Brise —los otros 2 los conseguiría Alan Jones en Alemania—.

Brise tenía 23 años, dos menos que Sebastian Vettel en la actualidad. Comenzó a correr en la categoría máxima a bordo de un Williams, estrenándose en el G.P. de España, pero sería en el de Bélgica cuando empezaría a defender los colores del equipo del bicampeón británico, sustituyendo a Stommelen en el habitáculo del GH1 (Rolf había sufrido un brutal acidente en Montjuic), pero viéndose obligado a abandonar por rotura de motor. Sin embargo, tan solo una prueba después, cosechaba el primer punto para la Embassy Hill en Anderstorp, como comentábamos antes… Tony era una joven promesa en su más amplio y hondo sentido. Un piloto británico sobre un coche británico, en una escudería británica dirigida por uno de los grandes… Una promesa que podía prolongar los éxitos de Jackie Stewart, quien siendo escocés era menos británico que Graham; una promesa, en definitiva, llamada a heredar a Hill.

Lógicamente, entre Hill y Brise se estableció inmediatamente un vínculo que podríamos definir como paternofilial, aunque en sentido estricto debería ser alicatado bajo los términos de amistad y respeto mutuos, razón por la cual, aquel final de sesión vino a ser dibujado por una gratificante esperanza que había puesto sus ojos en la temporada 1976 y que se mostraba rebosante de confianza. El Hill GH1, hijo directo del Lola T370 usado el año anterior tras sustituir al Shadow DN1 con el que el propio Graham había puesto los primeros ladrillos de su escudería en 1973, se había mostrado resultón, y en sintonía, el Hill GH2, su evolución natural, había sido planteado para presentar batalla al año siguiente, porque con Brise en el equipo, todo parecía posible.

Sin embargo, el sábado 29 de noviembre, la avioneta Piper PA-23 Aztec pilotada por Graham entraba en un banco de niebla del que jamás saldría. Se desconocen las causas exactas, pero el pequeño aeroplano se estrelló en las cercanías de Londres, sobre un campo de golf, en un accidente en el que murieron todos los ocupantes, la plana mayor de la escudería: el propio Hill, Andrew Smalman, Ray Brimble, Tony Alcock, Terry Richards y por supuesto, el jovencísimo Tony Brise.

Smalman, ingeniero de diseño, tenía 24 años; Brimble, director deportivo, diez más, 34; Brise, piloto, 23; Graham, 46; y el sueño común, tan sólo 2 y unos meses…

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola a Jose y a Todos,

¡Puf! Hill la palmó con mi edad, dejando a Damonn huérfano. Todo dios jovencísimo y, sin embargo, me parece a mí que más centrados que ahora.

No sé si centrados es la palabra. Quizá madurez, pero en el sentido de ser más naturales, menos estrambóticos que ahora.

Y, es curioso, los pilotos son jovencísimos y sueltan el raca-raca publicitario sin subir una ceja, quizá símbolo de madurez y profesionalidad pero es que parecen vacíos, medio gilipollas, vamos. Y el que dice lo que piensa es un borde, y el que es un borde, como resulta la excepción que nos arregla la fiesta, pues es un "personaje".

Y, por otro lado, tenemos a un montón de dinosaurios ricachones, mentirosotes, despiadados, tiburonacos de la pela y la ética, que no desaprovechan ni una para animar todas las salsas, decir chorradas a expuertas, aconsejar o criticar o amenazar al resto, sin que esa madurez que se les supone se vea por ningún lado.

Quizá sea solo nostalgia y esté equivocado. También es posible que "mujeres, hombres y viceversa" sea un programa cultural de alto valor social y se convierta en Master-simposium.

Un abrazo,

ABB

GRING dijo...

¡Qué bien empieza la travesía del desierto! Esas fotos en B/N...