No pudo ser

Ayer tarde conocíamos la noticia de que la FIA había rechazado considerar la apelación a la sanción que recibió el hijo de Anthony Hamilton en el pasado G.P. de Bélgica, que a la postre le había desposeido de la victoria relegándole al tercer puesto. 

Ayer noche leíamos que todo el mundo en Mclaren se encontraba profundamente desilusionado y decepcionado con la resolución, incluso que el afectado comentaba que no le iba a afectar (la redundancia es totalmente mordaz y crudamente necesaria), que no estaba deprimido, que se iba a concentrar en lo que queda de temporada con renovadas ilusiones y fuerzas y tal, y que prometía hacer 15 podios consecutivos… —esta última frase es de mi propia cosecha, y disculpadme por ello, pero es que me apetecía ironizar un poco, porque cada vez que algo se le tuerce al muchacho de las bolas de oro, termina por soltar la misma retahíla y haciendo alguna promesa pomposa, como la de los 15 podios consecutivos después del G.P. de Bahrein—.

Estaba diciendo que ayer en McLaren nadie festejó nada porque ni puñetera falta hacía celebrar que ahí anda mi Felipe, a 1 puntito del primogénito de Anthony, cuando a poco que hubiera habido algo de suerte en hacer el trile a la FIA como Dios manda, el saldo se podía haber situado en 5 de diferencia.

Bien está que el máximo organismo de gobierno de la F1 haya decidido este año airearse un poco, aliviándose de la pesada carga que suponían algunos capullos que antaño campaban por sus fueros bajo el pabellón de tan egregia institución; dedicándose a aplicar el reglamento con su auténtico espíritu (la letra ya lleva años circulando, negro sobre blanco, y bien clarita); y arbitrando lo más objetivamente posible los naturales conflictos que surgen en el transcurso de toda disciplina competitiva (¡son humanos, carajo!).

Y muy mal anda la de Woking cuando se ha decidido a defender a su piloto estrella con dos argumentos que para sí quisiera cualquier humorista, y que trataban de amparar la limpia maniobra de ceder la posición sólo un poco para encontrar el rebufo del Ferrari y asaltar de nuevo al finlandés en la entrada de la siguiente curva.

El primero consistía en hacer ver que Kimi se defendió de manera desproporcionada ante el ataque del chiquillo, originando que éste se viera obligado a acortar Bus Stop, ya que (dijeron) si Raikkonen no le hubiese forzado a salirse de la trazada, el chaval le habría superado en la recta de entrada a meta. Y lo cierto es que la cosa podría tener su aquél y vigencia si el que las tiene como hay que tenerlas no se hubiera despachado a gusto contra el finlandés a las pocas horas del término de la carrera, acusándole de no tener lo que hay que tener para frenar más tarde y tal; y si una semana después, en Monza, hubiera demostrado que sabe aplicarse aquello que reclama a los demás, siendo limpio en los adelantamientos (a Glock lo saca) y en las defensa de posición (a Webber también).

El segundo consistía en una grabación en la que alguien de McLaren (perdonad que no me haya molestado en descubrirlo) preguntaba a Charlie Whiting, a la sazón director de carrera en esa y en todas las pruebas, por si la maniobra había sido correcta… Ahorrándoos la contestación, que también tiene bemoles por lo del «creo» que contiene, la propia pregunta se vuelve prueba acusatoria, porque si la maniobra era legítima y la actuación del hijo de Anthony Hamilton correcta, como argumentaba la defensa en base al reglamento, a qué vino preguntar al director de carrera tamaña estupidez, ¿o es que acaso es costumbre en McLaren andar consultando en cada lance en que interviene el muchacho?

Y por terminar, y a colación de esto último, no quiero dejar de mencionar la ocurrencia del abogado de la escudería, Mark Philips, de aportar como prueba el criterio errante del mismo tipo que mandó sacar con una grúa al vástago de Anthony en Nurburgring (2007) para devolverlo a la pista, que prestó oídos a las quejas de Hamilton senior en Hungaroring (2007) dando inicio a la posterior investigación, o que tuvo la ocurrencia de poner un Safety Car durante las 18 vueltas iniciales del G.P. de Japón (2007, of course).

Sinceramente, para mí que lo de la apelación, en Woking, no se lo habían tomado muy en serio.