Silverstone ha supuesto tierra de contrastes para los de Enstone. Así las cosas, Esteban se ha quejado de lo mal que lo ha hecho Alpine —con él, se entiende—, mientras que Pierre, Pierrot, confesaba amablemente que le había salvado el culo el software que usaba el compiyogui en su auto, y ello a pesar de que un problema en la caja de cambios de su propio monoplaza le impedía tomar la salida.
El caso es que la francesa sigue sin arrancar ni mucho menos sumar los puntos que, digamos, se merece. Ocon está fuera y se le nota, quizás demasiado, y Gasly hace lo que toca: ajustarse el tutú y las zapatillas de punta roma, hacer de tripas corazón y esperar a que Flavio obre su magia mientras él ejecuta la muerte del cisne sobre el escenario porque el gran Otmar Szafnauer dejó escrito el guión, que ya fueron ganas las del rumano-estadounidense de firmar el ocaso de una escudería como la filial de Renault, maniatando a los intérpretes de la obra para que enfrentaran el destino en solitario tras su partida.
Os leo.
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