lunes, 21 de junio de 2021

Los de la curva


Recuerdo cuando, hace no demasiados años, la monserga en redes sociales pasaba por obligarse a reflexionar sobre el negro futuro que nos iba a quedar cuando Fernando Alonso se retirara.
 
Era una forma como otra cualquiera de quejarse a la española con la intención de recibir mimines y cálidas palmaditas en la espalda de aficionados más cultos, objetivos y apasionados que nosotros, y todo como recompensa a ser ferozmente autocríticos, que me diréis para qué coño sirve eso cuando otros se lo pasan bomba con bastante menos. Y el caso es que, entre los muchos que no quiero olvidar, hoy tenemos en la máxima categoría un nuevo piloto Ferrari y el Nano ha vuelto, y en la NTT IndyCar Series, un zagalillo que corre como un demonio lidera la disciplina norteamericana en uno de los equipos más fuertes.
 
El saldo parece bueno, bastante bueno, cojonudamente bueno, pero es que hay más. En la serie que comencé a dedicar a los pilotos nacionales en F1 nos quedamos en Emilio Rodríguez Zapico, y sin llegar a tocar a Emilio de Villota ya contábamos 8 desde 1950 hasta mediados de los setenta del siglo pasado [Pilotos españoles en F1], a los que habría que sumar los que vinieron después, obviamente. En la saga que he empezado recientemente sobre el Gran Premio de España [GP España], andamos por 1923 y sin haber comenzado a hablar de Lasarte ya tenemos uno de los circuitos más modernos de entonces, el primer Grand Prix oficial, otro que pasó por tal años antes sin serlo, y la Penya Rhin siendo ejemplo en nuestro país y fuera de él sobre cómo organizar pruebas de motociclismo y automovilismo...

Creo que a día de hoy van 61 ediciones del Gran Premio de España, y hay que contar también los 7 Grandes Premios de Europa que hemos albergado. Turismos, categorías menores o de promoción, monomarcas, rallys, bajas, Resistencia —en las últimas entregas sobre las 24 Horas de Le Mans hemos hablado de participación española [La primera de Porsche, 1970 (#24LeMans 38)] y [Días de Trueno, 1971 (#24LeMans 39)], la más nutrida fue precisamente en esta ocasión, 1971—, y bien, nuestra pequeña gran historia cuenta con trazados, con tradición, con escuderías, con conductores, con individuos emblemáticos como Adrián Campos, con campeones mundiales en su especialidad, ingenieros y profesionales en todos los ámbitos, etcétera.
 
Con estos mimbres (y los que sin duda me he dejado) cualquiera con dos dedos de frente estaría sacando pecho el resto de sus días, pero no, aquí seguimos siendo de dar munición gratis al enemigo porque fuera todo se lleva mejor, y si hace unos años resultaba bastante bobo alarmarse ante un futuro negro que evidentemente no ha llegado, es muy gilipollas seguir quejándonos en 2021 del poco casito que nos hacen los medios o lo mal que plantean sus narraciones, ya que el deporte seguimos construyéndolo los aficionados.
 
No pido que nos remanguemos para sacudir en los morros a todos aquellos que pretenden darnos lecciones porque España vio la luz del motorsport sólo a partir de Lobato, y Alonso, claro, pero un poquito de orgullo patrio creo que nos vendría muy bien, siquiera porque para que exista automovilismo hace falta únicamente un coche, alguien que vaya dentro llevándolo a toda pastilla y gente jaleando su paso, y el caso es que los de la curva llevan aquí desde antes de 1913, ¡ahí es ná!

Os leo.

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