lunes, 17 de agosto de 2020

The Importance of Being Earnest


La Fórmula 1 es un lugar complicado, sobre todo si no eres británico. Paddy Lowe, por ejemplo, puede andar por ella como Pedro por su casa, y quien habla del bueno de Lowe puede referirse a Pat Fry. Aquí resulta sumamente curioso (y sintomático) que llamándose ambos Patrick se les conozca en el paddock por diminutivos cariñosos, como de cuadrilla, y que la prensa nos los haya vendido siempre envueltos en papel de regalo. 

Es difícil arremeter contra alguien al que conoces como Paddy o como Pat, pero es muy sencillo hacerlo con quien responde a Mattia y al que nunca denominas Matt, por ejemplo... ¿Quién se atrevería a apedrear a Matt o Matti?

Toto Wolff no se llama Toto, en realidad es Torger Christian Wolff, pero como es de casa los medios le han santificado como Toto, convirtiéndolo así en un ser intocable e indestructible, incapaz de verse involucrado en feos trapicheos como los que ha sugerido Colin Kolles [Mercedes dio a Racing Point un modelo del túnel de viento para diseñar el RP20], individuo que no es de la cuerda y al que por eso se le conoce por su nombre de pila completo.

Los plumillas ingleses son unos artistas en el arte de crear polisemias con cualquier tontería, que cuajan rápidamente en la mente del personal: Ferrari también significa trampa, Binotto inútil, un pacto que se ampara en la normativa es un acuerdo fraudulento, Vettel es sinónimo de buen chaval, y mientras el aficionado conjuga todas estas cosas, y las digiere, un cocodrilo rosa se nos ha metido en la cocina, que como todo el mundo sabe: es lo más natural del mundo y pasa hasta en las mejores familias.

Esta noche convendría revisitar The Importance of Being Earnest, A Trivial Comedy for Serious People. Oscar no daba puntada sin hilo.

Os leo.

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