Este agosto de coronavirus se está haciendo deliciosamente largo, gratamente interminable. La ausencia de festejos por aquí arriba ha dado lugar a una calma bastante inusual —habitualmente vamos de corrido desde San Pedro, allá como el 29 de junio, y no hay localidad o barrio que no forme parte del rosario festivo—. Gorliz sigue hasta arriba de romanos y gente de la capital, pero ya digo que supone una delicia comprobar cómo se ha adaptado el exceso de población a la tranquilidad veraniega que destila el pueblo.
En lo nuestro también iba tocando un pequeño receso. Concluido el Gran Premio de España, el calendario nos regala trece días de sosiego hasta el de Bélgica, eso sí, con las 500 Millas de Indianápolis estratégicamente colocadas en el ecuador de estas minivacaciones, supongo que con la intención de que no se nos olvide de dónde venimos y hacia dónde vamos, mucho menos, cómo lo pasamos de mal cuando parecía que 2020 iba a ser un año sin carreras de ningún tipo.
No os aburro. Pasad buen dia. Os leo.
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