Volver, qué bonito verbo...
Hagamos como que el tiempo no cuenta y hoy es ayer o anteayer, o un día cualquiera. Hagamos como que, en realidad, mirar el reloj para tasar lo que hemos perdido suponga una estúpida pérdida de tiempo. Tenemos nuestro pasado por delante y por mucho que nos empeñemos todo es retorno a nuestra niñez, cuando soñábamos sin límites, cuando nuestros pequeños dedos abarcaban el universo. Cuando herr doktor hablaba por boca de todos y llamaba F3 con pilas que pesan 400 kilos, al futuro que nos proponen los biempensantes, los neutros y equidistantes, los que siempre saben de qué va la cosa...
La Formula E es un síntoma de los nuevos tiempos. En vez de pureza nos dibuja sensaciones y atmósferas. Verdes, limpias, diamantinas como el manantial de la eterna juventud; como aquella promesa que le hizo Fausto al demonio a cambio de quién sabe qué. Nominalmente, el héroe de Goethe quedó insatisfecho y se arrepintió; por suerte, tenemos a Marko y su brutal sinceridad.
Por suerte, ya digo, a nosotros nos quedan Helmut Marko y sus dardos. Que al final tampoco es eso, o sí, o quién coño sabe...
Os leo.
¿Quién no lo ha pensado alguna vez? El invento de Agag y su gente es como esos regalos de boda que miras de reojo en cuanto los ves, pensando a renglón seguido en quién será el afortunado o afortunada que lo recibirá como prenda por sus esponsales y ahí se las apañe.
Está bien para lo que es, no lo niego. Un outlet donde lo mismo conviven empresas que huyen de sus mentiras o pilotos que han adquirido una nueva oportunidad vendiendo su alma al diablo. En fin, Víctor Manuel le cantaba a todo esto cuando no le hacía falta la SGAE.
Si te dicen que un día fuimos barro,
la esperanza de un tiempo que iba a ser
algo más que una fecha, un calendario
fabricado a medida de tu fe.
Hay quien dice que estamos cuesta abajo,
cuentan otros que todo va muy bien.
Es difícil saber a dónde vamos,
dónde lleva la vida de este tren.
la esperanza de un tiempo que iba a ser
algo más que una fecha, un calendario
fabricado a medida de tu fe.
Hay quien dice que estamos cuesta abajo,
cuentan otros que todo va muy bien.
Es difícil saber a dónde vamos,
dónde lleva la vida de este tren.
Por suerte, ya digo, a nosotros nos quedan Helmut Marko y sus dardos. Que al final tampoco es eso, o sí, o quién coño sabe...
Os leo.
1 comentario:
Hostia, Orroe! Ya pensé que chaparas el garito con nocturnidad y alevosia...
No des esos sustos, coño...
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