Tener años no es ningún problema, el mal rollo está en pensar que acumularlos supone algún tipo de ventaja.
A Maurizio, por ejemplo, le pasa que cree que utilizando una palabra canosa como maggiordomo se entiende que sabe gestionar el servicio, cuando en realidad no le ha pillado el tranquillo ni creo que lo consiga, al menos hasta el año que viene, y como muy pronto. De forma que, cuando saca pecho advirtiendo que Ferrari tiene pilotos y no maggiordomi —gregarios, sirvientes, escuderos, etcétera— para justificar follones como el habido en Monza, en vez de despejar dudas nos está mostrando por qué las cosas siguen sin funcionar en Maranello.
Como se comprende rápido, el quid de la cuestión no está en la figura del segundo piloto, sino en cómo se utiliza.
Lo señalábamos ya el año pasado: Brackley lleva ventaja porque juega con dos hombres que tienen meridianamente claro qué hacer en todo momento. Bottas sabe que es el segundo de Hamilton y que toda la estrategia del equipo está enfocada a que su compañero se lleve la gloria.
En realidad hay que gastar muy poca saliva con el finlandés porque, básicamente, el británico es mucho mejor que él y lo demuestra en cuanto tiene oportunidad. Valtteri puede hacer poles y ganar carreras, pero será Lewis quien haga más poles y venza en más pruebas porque dispone de mayor calidad al volante y Mercedes AMG está enchufada a exprimirla hasta las últimas consecuencias.
Desgraciadamente en Ferrari sucede todo lo contrario.
Por la razón que sea —no me voy a enredar con esto ahora—, la diferencia de calidad entre sus dos conductores ha pasado de ser evidente a depender de lo que le sucede al peón de brega de La Scuderia. Kimi no dispone de oportunidades reales, las encuentra cuando Sebastian falla en su cometido de ser primer piloto y deja de demostrar en pista que es el número 1 de la rossa. Así las cosas, entiendo que nos hacemos un flaco favor criminalizando a Raikkonen por hacer su trabajo, cuando al que habría que responsabilizar por no hacer el suyo es al tetracampeón del mundo.
Si Iceman consigue poles es porque Vettel no ha sido lo suficientemente rápido, no por otra cosa, ya que la clasificación, el a una vuelta, es uno de los puntos fuertes del alemán. Y si durante el Gran Premio toca sacrificar al de Espoo, es siempre porque sin ello Sebastian no alcanzaría a cubrir sus objetivos...
Concluyendo, que es gerundio. Lo decíamos en 2017 y se ve que hay que repetirlo: Brackley disputa el campeonato con dos fuerzas mientras que Maranello lo hace con una y media, de manera que la anglo-germana puede permitirse algunos errores mientras que la italiana no puede tolerar ni uno, ya que, en esencia, es una alineación mucho más débil, como pudimos comprobar hace unos días en Monza.
Os leo.
A Maurizio, por ejemplo, le pasa que cree que utilizando una palabra canosa como maggiordomo se entiende que sabe gestionar el servicio, cuando en realidad no le ha pillado el tranquillo ni creo que lo consiga, al menos hasta el año que viene, y como muy pronto. De forma que, cuando saca pecho advirtiendo que Ferrari tiene pilotos y no maggiordomi —gregarios, sirvientes, escuderos, etcétera— para justificar follones como el habido en Monza, en vez de despejar dudas nos está mostrando por qué las cosas siguen sin funcionar en Maranello.
Como se comprende rápido, el quid de la cuestión no está en la figura del segundo piloto, sino en cómo se utiliza.
Lo señalábamos ya el año pasado: Brackley lleva ventaja porque juega con dos hombres que tienen meridianamente claro qué hacer en todo momento. Bottas sabe que es el segundo de Hamilton y que toda la estrategia del equipo está enfocada a que su compañero se lleve la gloria.
En realidad hay que gastar muy poca saliva con el finlandés porque, básicamente, el británico es mucho mejor que él y lo demuestra en cuanto tiene oportunidad. Valtteri puede hacer poles y ganar carreras, pero será Lewis quien haga más poles y venza en más pruebas porque dispone de mayor calidad al volante y Mercedes AMG está enchufada a exprimirla hasta las últimas consecuencias.
Desgraciadamente en Ferrari sucede todo lo contrario.
Por la razón que sea —no me voy a enredar con esto ahora—, la diferencia de calidad entre sus dos conductores ha pasado de ser evidente a depender de lo que le sucede al peón de brega de La Scuderia. Kimi no dispone de oportunidades reales, las encuentra cuando Sebastian falla en su cometido de ser primer piloto y deja de demostrar en pista que es el número 1 de la rossa. Así las cosas, entiendo que nos hacemos un flaco favor criminalizando a Raikkonen por hacer su trabajo, cuando al que habría que responsabilizar por no hacer el suyo es al tetracampeón del mundo.
Si Iceman consigue poles es porque Vettel no ha sido lo suficientemente rápido, no por otra cosa, ya que la clasificación, el a una vuelta, es uno de los puntos fuertes del alemán. Y si durante el Gran Premio toca sacrificar al de Espoo, es siempre porque sin ello Sebastian no alcanzaría a cubrir sus objetivos...
Concluyendo, que es gerundio. Lo decíamos en 2017 y se ve que hay que repetirlo: Brackley disputa el campeonato con dos fuerzas mientras que Maranello lo hace con una y media, de manera que la anglo-germana puede permitirse algunos errores mientras que la italiana no puede tolerar ni uno, ya que, en esencia, es una alineación mucho más débil, como pudimos comprobar hace unos días en Monza.
Os leo.
2 comentarios:
Imperdonable teniendo el coche más rápido.
Me pregunto si traer a Leclerc busca algo más que meterle presión al alemán. Siendo representado del hijo de Jean Todt, no habrá sido un intercambio de favores?
A cambio de hacer la vista gorda de lo que sea hayan implementado en ese impulsor...
Pues hace un tufillo a que a la FÍA a partir de ahora se le escaparán algunos detalles en lo referente a sanciones a Ferrari...
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