Modestia aparte

Recuerdo cuando llamábamos «modestas» a cierto tipo de escuderías y todo el mundo entendía a qué te referías. Te decían que este o aquel otro piloto militaba en un equipo modesto, y ¡zas!, comprendías a la primera que no era razonable exigirle demasiado porque su desempeño estaba gravemente comprometido por las estrecheces económicas que afectaban a su montura. Si aún así sobresalía, tampoco importaba demasiado, tarde o temprano los peces gordos se lo llevaban a los sitios buenos y quedabas como un pringado si se te ocurría afirmar en público: ¡ya lo dije!, ¡lo vi primero!, ¡supe instantáneamente que era rematadamente bueno...!

Queramos que no, los tiempos que vivimos en la actualidad son malos tiempos para la lírica y para un montón de cosas más. En realidad, para casi todas las demás. Casi ocho meses en Reading y Oscar ha empezado a interesarse por la Fórmula 1. Me saca dos palmos de altura pero cuando coincidimos cansados, en cierto modo derrotados a nuestra correspondiente manera, o yo crezco o él mengua cuando le confieso que abomino de los pichaflojas, que decía Javier Clemente, y que haberlos haylos en abundancia en la menesterosa linde que separa nuestro deporte del Norte.

Me pregunta por qué escribo y yo le respondo a la gallega: devolviéndole la pregunta, pero lejos de cabrearse conmigo, sonríe como los náufragos cuando atisban con la luz de los rayos de la tormenta, la arena brillante de un playa que espera paciente a que seamos capaces de hacer un último esfuerzo al que seguirán más últimos esfuerzos y todavía más últimos esfuerzos...

Dicen que el hombre que sobrevive a tres naufragios está condenado a la inmortalidad —leed también mujer donde pone hombre, por favor. No quiero marrones. La navegación siempre ha sido ramplona y machista a partes iguales. ¡Hay que entenderla, pobrecita!—, pero yo ya he perdido la cuenta del agua salada que he bebido y del sol que han soportado mis espaldas, y se lo comento y él se ríe a carcajadas. ¡Jodido irlandés, qué bien escribes aunque estés roto por dentro...!

Los pichaflojas, sí, los neutrales, los rigurosos, esos mismos que llaman ahora sobrevalorados a los que no hace mucho se apuntaba que estaban bregando en iniciativas modestas. Toto Wolff afirma rotundamente que las unidades de potencia pata negra de Mercedes-Benz y las cliente son idénticas, como marca el reglamento lleno de agujeros ése. Y sale Claire Williams a disipar las dudas, afirmando a su vez que Toto está diciendo la verdad, como si a la de Grove le fuese la vida en ello... ¡Padre mío, si es posible, líbrame de este trago...!

Recuerdo (qué bonito verbo al que no le hace falta el apoyo de Wikipedia), cuando en 2014 Ron Dennis acusaba a Brackley de suministrar las mejoras en los mapas electrónicos con manifiesto retraso. Da exáctamente lo mismo que el material sea bueno, pero bueno, bueno, si las evoluciones de desarrollo llegan dos o tres, o cuatro Grandes Premios más tarde de cuando fueron estrenadas por la escuadra oficial. Esa zanja no hay Dios que la rellene, y no me vengáis con que la normativa dice tal o cual cosa o con que, a la postre, todos acaban disfrutando del mismo material.

Los equipos modestos son rehenes de los grandes porque la normativa lo permite, y porque el pichaflojismo periodístico prefiere abundar en el postureo y el rigor de papel maché, antes que coger el toro por los cuernos y llamar a las cosas por su nombre.

Nuestra Fórmula 1 adolece de dos problemas fundamentales. Por un lado tenemos la vieja cultura, y por otro, un prensa demasiado acostumbrada a que piensen otros por ella. Está bien leer la Autosport, menudear en foros ignotos para el común de los mortales, pero conviene jugarse el pellejo creando contenidos propios, poner en pie un blog más allá de escribir una primera entrada que promete esperanza a cambio de unas pocas lágrimas o un montón de expectativas. Análisis del bueno, contraprogramación de la buena, apostar por ser diferente y levantar un oremus sustancialmente propio, diferente, distinto al que paren a diario personajes que clonan porque no saben hacer otra cosa.

Modestia aparte, en 2018 las escuderías pequeñas van a seguir siendo los parias necesarios para que Mercedes AMG o Ferrari parezca que han hecho algo. Pero no consiste en eso, en sólo eso, la competición es lucha igualitaria con tal de saber quién es el primus inter pares, pero si tres cuartos de la parrilla juega con sus mayores a la pata coja, mejor cerramos el chiringuito y dejamos que los idiotas señalen el horizonte para que nosotros vayamos en dirección contraria.

Y eso, que os leo.