Toto declara la guerra

Ahora que la gente ha hecho un listado de posibles periodistas españoles que presuntamente pudieron informar a Ted Kravitz de eso que McLaren ni confirma ni desmiente sino todo lo contrario, siento llegada la hora de hablar de La Scuderia, pero no en los términos que esperáis, o sí, porque la vida me gusta cuando hay pelea, cuando puedes sentarte a tomar una cerveza que no debes beber sencillamente porque sientes ahí dentro que te la mereces porque te la has ganado.

Ferrari, a mi modo de ver está todavía detrás de Mercedes AMG, pero lo suficientemente cerca como para que en cuanto Brackley baja los brazos las campanadas de la parroquia de Maranello se escuchen todavía más alto.

Lo comentaba el otro día en Graning [¡Bienvenido, Sebastian!], este Vettel post desierto me gusta porque lo veo capaz de vencer sin necesidad de los algodones que lo han rodeado siempre.

Todavía hay mucho algodón a su alrededor, para qué vamos a engañarnos, pero las dos victorias que lleva encima el alemán de la rossa las ha conseguido jugando a la contra, un territorio en el que, desengañémonos, muy poquitas veces ha resultado un artista... ni Ferrari tampoco desde que Todt y Brawn abandonaron el muro de la italiana —ahora que andamos confesándonos, para qué íbamos a evitar recordarlo.

Y aquí viene lo bueno, ya que Toto Wolff ha venido a decirnos que se está pensado lo útiles que resultan las órdenes de equipo. Vamos, que consciente de que haciendo el moñas no va a ninguna parte [Así Brackley no va a ningún sitio], la de la estrella de tres puntas ha declarado la guerra a la transalpina pero dando avisitos, muy en la línea de los austriacos que gobiernan el timón de la anglo-germana. No obstante, la cosa tiene su tela porque Ferrari, según los british, no valía ni una declaración tan poco solemne ni un penique de Libra Esterlina italianizándose como lo ha hecho, aunque entre unas cosas y otras, lleva dando sopas con honda a la entente desde que El Circo se puso en marcha en Melbourne.

Bien está que los ositos del norte hayan decidido que es hora de partirse la cara con los ositos mediterráneos. Lo vamos a disfrutar de lo lindo. Como cosacos, que decía aquél.

Lo agradezco, en serio. Joserra (Liga sórdida) diría que esto es tanto como elegir entre el cáncer y la lepra pero los tiempos no admiten más por mucho que los retorzamos, y qué queréis que os diga, entre el morenín y el de la papada que dice doña Matilde, mi madre, me quedo de calle con el único piloto que ha demostrado, de momento, que se pone en pista y arranca el coche para ganar y no para que su compañero las pase putas. Además, Sebastian va vestido de rojo y eso puntúa doble en mi corazoncito.

La caverna rezonga y profiere ruiditos en cuanto suena el nombre de Iñaki Rueda, pero Toto ha puesto las cartas sobre la mesa y aquí no caben chorradas. El madrileño y Sebastian van a ser la punta de lanza que resistirá lo que se avecina y defenderá las opciones de Ferrari sobre el asfalto. Kimi hará lo que le digan o le dejen, y detrás andará Maurizio, quien ha dejado de mangar cobre para liderar La Scuderia sin hacer sonar una nota más alta que otra (Nacho, ¡manifiéstate!). En las alturas está don Sergio mordiéndose la lengua para no lanzar las campanas al vuelo porque eso es cosa del párroco de Maranello...

Forza, ragazzi! Hasta que lleguen los bárbaros en verano se puede seguir dando en los morros a los listos, luego: Dios dirá. No sois mi alineación ideal, los peros ahí andan todavía plantando cara a los pros en la balanza, pero sois Ferrari y por primera vez en ocho años Sebastian vuelve a hacerme tilín como cuando chico. No jodamos todo con las patas de atrás. Es hermoso, me gusta vivirlo y disfrutarlo, no me hagáis volver del infierno para recordaros que a la de Il Cavallino Rampante sólo se la tributa dejándose las tripas sobre la pista.

Toto Wolff nos ha declarado la guerra... Pues bien: ¡a por ellos y con todo! Forza!

Os leo.