Nací a una edad muy temprana

De la mano de los productores de «Silverstone. Si te sales de la raya te llevamos esposado» ayer llegaba a nuestras pantallas «Hockenheimring. ¡Haz lo que te salga de las pelotas!»

La fotografía no corresponde al Gran Premio de Alemania, ni siquiera a sus entrenamientos o calificación, pertenece a uno de esos lugares en los que importa un pimiento que los monoplazas se salgan de la pista y no a esos otros, en los que se hace menester que la organización ponga baguettes para impedirlo o sencillamente la peña está avisada de que como alguien ponga las cuatro ruedas fuera de lo que se considera trazado, se expone a que le caiga la del pulpo siempre y cuando no se apellide Vettel.

No es cuestión de razonar sobre este tipo de cosas porque no hay por dónde cogerlas, pero sí conviene señalarlas porque forman parte de ese montón de anomalías que hacen de la Fórmula 1 un lugar inenarrable en el que como diría Gonzalo Serrano: si pestañeas puedes perdértelo, o algo así, que esto tampoco va de literalidades.

En fin, la F1 es el único deporte en el que puedes estorbar a un contrincante yendo a tomar por saco a su espalda; donde es posible acortar una chicana para tomar ventaja siempre y cuando sea la primera vez; donde si lo haces varias veces tampoco pasa nada si Dirección de Carrera lo considera pertinente; donde hay que pedir permiso para adelantar o para frenar, no vaya a ser que provoques un accidente o saques una ventaja sobre un coche que se ha retirado; donde no se puede ondear una bandera o llevar a un compañero de vuelta a garajes; donde hoy toca ser escrupulosos con el reglamento y mañana, permisivos...

La arbitrariedad es una constante en Fórmula 1 pero lo que me mata es lo pachorras que nos mostramos con ella, porque si existe un reglamento deportivo se presupone que está para que todo bicho viviente lo cumpla y para que ante las excepciones, que sin duda las va a haber siempre, los comisarios intenten que se aplique con la mayor justicia y sentido común posibles.

Obviamente, si a Charlie le faltan palabras para ser claro con las reglas que redacta su departamento, resulta impensable exigirle un poquito de pundonor y criterio a la hora de manejarlas ya que me temo que ni él mismo las comprende, pero ¡carajo!, un poquito de coherencia sí que se podría poner sobre la mesa, que Austria y Gran Bretaña no quedan tan lejos de Alemania y puesto que en los dos primeros lugares citados se pretendía ser riguroso con eso de no aprovechar lo que no es pista, resulta absurdo a todas luces que en Hockenheim se haya abierto la mano, y de qué manera.

Y no lo digo por nada especial salvo por evitarme tragos como los que he vivido esta misma mañana durante el desayuno. ¿No le habían sacado a Alonso una bandera en Inglaterra? Pues sí, amigo, sí. ¿No dijo Rosberg que el adelantamiento de Vettel al de Ferrari era ilegal? Pues sí, amigo, sí. ¡Ayer hubo muchos que corrían por fuera del asfalto! Pues sí, amigo, sí. ¿Pero eso está regulado por la FIA, no? Pues sí, amigo, sí. ¡Pues vaya mierda! Pues sí, amigo, sí...

Luego con decir que este es un deporte demasiado complejo y especializado tenemos suficiente como para emboscarnos hasta la próxima carrera, pero lo cierto es que confundir al aficionado es como pegarse un tiro en el pie. Nosotros sabemos cómo es Charlie pero la gente que trata de acercarse a la Fórmula 1, no conoce lo simpático y cachondo que puede llegar a resultar el británico con las normas que ha firmado, de forma que a falta de contestaciones sencillas para preguntas simples como por ejemplo: si hay un reglamento para esto de pasarse los pianos y las escapatorias por el forro de los cogieron, lo normal es que todo este interés que si obtuviera respuestas fortalecería nuestro tejido, se acaba yendo a entornos menos sibaritas por donde vino.

Bernie acusa al Mundial de Fútbol de la baja presencia de aficionados en las gradas de Hockenheimring, yo, sencillamente debo confesar que como el gran Groucho Marx, nací a una edad muy temprana.

Os leo.