domingo, 15 de octubre de 2023

Y el golpe de calor


Venga, empezamos haciendo una confesión: sí, desde el miércoles, dos sexagenarios con excesivo sentido del humor hemos batido Twitter buscando perlas como buceadoras japonesas, y, en concreto, he invertido las primeras horas de hoy tratando de localizar dónde había surgido la espiral que ha llevado a la chavalería a mostrar sus hebras poniéndose a comparar NASCAR, IndyCar y Fórmula 1 como si no hubiera mañana.

A ojo de buen cubero, siempre dentro de mis limitadas posibilidades y aceptando que el runrún venía de antes, apuntaría al tuit que publicó Josef Newgarden la mañana del lunes interesándose por la temperatura dentro de los habitáculos F1 en Losail —algunos datos del hilo serán utilizados por diferentes fieras—. A partir de ahí la red del pajarito en coma hizo su magia y se alcanzaban cotas inenarrables en multitud de debates centrados ya en discernir qué pilotos son más viriles y qué disciplina es más dura. Para el martes ya disponíamos de valoraciones, sentencias, resultados de las comparativas y muchas recomendaciones que se propagaban como chispas que lleva el viento, ya sabéis...

Ahora bien, nada de esto tendría relevancia si no fuera porque Gerhard Berger ha tenido a bien contestar a Martin Brundle, aludiendo a la forma física de los conductores [Gerhard Berger takes aim at drivers over Qatar GP health issues amid FIA pleas], y no, no me gusta que se minusvalore a nuestros pilotos en el ejercicio de su profesión, y menos cuando ha sido palmario que rindieron en Qatar bajo condiciones inhumanas con tal de no resentir el espectáculo y chafarnos la tarde.

Como he comentado en otras ocasiones, el habitáculo de un vehículo de competición, de cualquier vehículo de competición, es por definición una puñetera sauna donde se alcanzan temperaturas elevadas por poca ventilación y convivencia con la maquinaria y sus aperos: motores, células de almacenamiento de energía, tubos de escape en los NASCAR, etcétera, pero ese no es estrictamente el problema, ya que radica en la capacidad de respuesta del deportista y en las líneas rojas que se deben respetar.

El organismo de un ser humano puede colapsar fácilmente con temperaturas corporales superiores a los 40º mantenidas durante demasiado tiempo...

Bueno, conocemos el fenómeno por la fiebre y sus resultados o por los golpes de calor y sus consecuencias, pero se nos olvida que en ejercicio físico continuado la temperatura del cuerpo se eleva unos 3º de media, lo que la sitúa muy cerca de ese límite que no conviene traspasar. Obviamente no ayuda nada a su necesaria refrigeración someterlo bajo un esfuerzo descomunal a los rigores de un habitáculo que supera los 50º mientras el coche rueda, dentro de ropa ignífuga (interior y mono), con zapatillas, balaclava, casco y guantes, ni tener que hacerlo con una humedad ambiente del 75% que no facilita la transpiración...

Ya termino. La pregunta de Newgarden apunta a una preocupación compartida entre los profesionales, lo de la chavalería no tiene remedio, pero, por mucho que Brundle y Berger hayan ayudado a devaluar un poquito más nuestra actividad con sus gilipolleces, o fomentado el ruido por algún oscuro interés, lo crucial del domingo pasado en Losail fue que, conociendo los riesgos, la FIA permitió que los pilotos se la jugaran más de lo que hacen habitualmente.

Os leo.

1 comentario:

Josemi dijo...

Me recuerda lo que pasa cuando se empezaron a pedir medidas de seguridad, y enseguida salieron diciendo que es que los pilotos de ahora (de entonces) son unos cobardes.