¿Cómo tiene que andar de mal la cosa, que algunos chavalines no saben ubicar correctamente a Michael Schumacher y se les sigue llenando la boca con Ayrton Senna? ¿Cómo debe oler a muerta la Fórmula 1 para que este sujeto sin predicado se haya convertido en el público objetivo (target) para Liberty Media...?
Se nos pasa la vida entre yayos hablando en redes de una F1 que no existe, una chavalería que no distingue entre un fin de semana de carreras y un nuevo capítulo de su serie preferida, y gente que pretende resultar equidistante poniendo algo de orden, olvidando, seguramente, que el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones, tal y como argumentó San Francisco de Sales en el XVII.
Cuando no tienes puta idea de cómo funciona uno de nuestros monoplazas, entiendo que cualquier arriesgada acrobacia en curva de un New Gen NASCAR parezca el camino a seguir. Cuando ni te aclaras de la importancia que tienen para el espectáculo IndyCar los periodos de Caution, ni te pones a pensar que ésta puede ser la razón por la que los Teams cuentan en sus alineaciones con dos tíos fuertes, incluso tres en eventos como la Indy500, huelga decir que NASCAR, que mueve más dólares que IndyCar, se convierte inmediatamente en el faro de Occidente, el lugar al que todos deben mirar, incluso la F1.
Pero la cosa no va exclusivamente de dinero ni nosotros cobramos dividendos ni un New Gen es un monoplaza, lo que inhabilita muchos puntos de vista, y el caso es que la chavalería y los yayos son víctimas, también, de la herrumbre que usa el pasado como coartada de un presente que, en nuestro caso, no aporta alicientes.
Ya no corremos sobre agua, las escapatorias han perdido el sentido original que les dio nombre, transigimos con que nos lleven donde jamás se debería disputar una prueba, pero, eso sí, nos molesta el resultado mientras toleramos que NETFLIX monte un sarao con pilotos de la máxima categoría conduciendo carritos de golf, porque resulta salada la cosa, chispeante, y a ver si atrapa a tres o cuatro niños...
Carecemos de arreglo. Perdimos a nuestros titanes, escupimos sobre los que han sobrevivido, y tenemos lo que nos merecemos: el camino a seguir que no conduce a nada.
Concluyo. Seguid protestando poco o nada, sin apagar la tele o el ordenador cada vez que os sirvan un Bélgica 2021 o un Qatar 2023, y en un pispás nos vemos disfrutando de bodas rápidas durante los pit stops, o interminables interrupciones enfocadas a que consumamos la tarde tragando litros de Coca-Cola o Pepsi, perritos calientes o hamburguesas, mientras vivimos el artificio que toca el corazoncito de poder vivirlo en familia porque la cría nos enamoró a todos viendo vídeos de Youtube sobre esa atracción tan entrañable que sólo sabe publicitarse a base de accidentes y momentos emotivos.
La responsabilidad es de Liberty, pero los idiotas somos nosotros...
Os leo.
1 comentario:
Buenos días, Jose
Te doy toda la razón con 2021, pero con 2022 ya no lo veo igual. Es que los números son apabullantes: 16 de 22 carreras. ¿Abandonos? tres de Leclerc, pero Verstappen tuvo dos. Para mi la principal diferencia (a toro casi del todo pasado) entre 2022 y 2023 es que en el año 22 muchos pensábamos que este año podría ser más divertido. Sin duda lo ha sido... para Max.
Pero bueno, independientemente de lo que nos parezcan estos dos últimos años, un día tenemos que hablar de lo que nos espera los dos siguientes.
Un saludo.
Manuel
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