Si existe un pecado que ningún odiador debe cometer, es caer en la trampa del oxímoron que no germina en un concepto válido. ¿Qué es eso de criticar a Ferrari por sus pérfidas estrategias y llevar al sacrificio en la cruz al piloto que, en Silverstone, las negó con la cabeza para luego clavarlas en el corcho de los despropósitos con dos claros Stop inventing consecutivos?
Y hasta aquí mi breve contribución al bienestar común y la paz mundial.
Stop inventing! Os leo.
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