A estas alturas de la película de mayo, pero en 2017, resultaba particularmente llamativo el cristo montado alrededor del estreno de Fernando Alonso en las 500 Millas de Indianápolis, fomentado, principalmente, por los numerosos mermaos que decidieron tomar el fuerte al grito de ¡intrusos!
No lo consiguieron, a lo de tomar el fuerte me refiero, pero nos pusieron la cabeza como un tamboril y las orejas rojas como fósforos, y todo porque su argumento telonero consistía en que habíamos llegado siguiendo al asturiano y nos íbamos a ir cuando el asturiano se fuera...
No me enredo. El miedo a lo que sucederá, sin base empírica, se entiende, es muy adolescente e incluso se da en individuos que deberían haber quemado esa etapa cuando tocaba, no cuando la madre, les pone contra las cuerdas recordando aquello de «Llora como mujer lo que no supiste defender como hombre». Vale que Aixa, la progenitora del moro Boabdil, era bastante machista, pero creo que ya me váis comprediendo: para muchos es mejor derramar lágrimas a destiempo que dejar al vecino que disfrute en paz, básicamente por si luego no hay nada por lo que llorar.
Ha llovido mucho desde aquel mayo de 2017. Los bobos atacan ahora al grito de ¡el Plan! porque no saben vivir sin andar tocando las avellanitas al personal, algo que, en sentido estricto, es problema suyo, lo que no evita que sigan manejando argumentos de mierda porque hoy Álex Palou, Rinus Veekay, Josef Newgarden, Patricio O'Ward, etcétera, son tipos conocidos en nuestro país, yo mismo hago crónicas de las temporadas de IndyCar desde 2019, y hasta Movistar Plus+ dedica espacio a los monoplazas yankies.
En España hay más seguimiento en 2022 de la IndyCar Series del que había en 2017, y todo gracias a que Fernando Alonso nos acercó la competición norteamericana. Los atontaos ni han pedido perdón por lo que dijeron ni lo pedirán —imagino que con tanto sollozo les resulta imposible—, pero ya he perdido el hilo y no sé ni lo que quería decir... ¡Ah, sí!, lo pasamos de puta madre entonces y continuamos haciéndolo.
Os leo.
1 comentario:
Aún con todo y que el motor Honda se reventó, sí que la disfruté, y con ustedes más. La comparo en disfrute con aquella victoria de Emerson o las de Juancho, incluso las de Castroneves. Es que ver los nuestros ganar en cualquier tipo de automovilismo se disfruta. Pero los atontaos de siempre parece molestarle, aún más si es el innombrable.
Abrazo, José.
Publicar un comentario