Continuamos de pretemporada unoficial y hasta después del Gran Premio de Azerbaiyán me va a seguir pareciendo precipitado extraer conclusiones de calado, más allá, claro, de que Ferrari y Red Bull están llamadas a cortar el bacalao esta temporada, siquiera por la ventaja conseguida en estos primeros compases. No obstante, hay conejos cuyas orejas asoman y cabe apuntarlos con la cámara...
Y es que sí, con cinco carreras transcurridas se puede insinuar ya que las maneras de Otmar Szafnauer no parecen las más adecuadas para liderar un equipo que tiene por delante toneladas de deberes sin hacer.
No discuto el brillante curriculum como gerente del rumano (sic), ni sus buenas relaciones en el paddock ni su capacidad como conseguidor ni el papel que ha interpretado trayendo BWT a Enstone, pero en lo deportivo sigue dejando mucho que desear. El A522 no evoluciona como sería deseable, ni en tiempo ni en calidad; Ocon parece un zombi inane en pista y sólo lo espolea ver a Alonso en los retrovisores; el apartado de los cambios de gomas parece escrito por un villano de la Marvel, y de las estrategias mejor no hablamos.
Alpine no es Force India ni Aston Martin, al menos en la escaleta, pero Szafnauer parece empeñado en que sí lo sea, quizá porque no sabe hacer otra cosa que navegar a dos aguas, con miedo a asumir riesgos y sacar la cabeza, lo que, en sentido estricto, puede meter en un brete a su escudería.
Podría estar equivocándome (querría hacerlo), pero me da a la nariz que al bueno de Otmar todo esto le viene grande.
Os leo.
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