A mí dadme de esto y cuantas más veces mejor, que no están los tiempos para desdeñar una pelea cerrada por la pole entre dos pilotos de La Scuderia.
Serán los años que llevo a cuestas o el tiempo que hacía que no disfrutaba de una situación similar, pero el rejonazo de Carlos a Max me ha sabido a gloria, y Charles rompiendo la baraja en plan «¡sujétame el cubata!», también. En serio, independientemente de que el resultado de la clasificación para el Gran Premio de Miami haya empañado los sueños de algunos, que Ferrari cuente con estos dos jabatos es un auténtico lujo y asegura bonitas tardes teñidas de rosso. Estoy feliz.
Os leo.
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