Como conocéis de sobra, no profeso la fe DAZN en cuanto a Fórmula 1 se refiere, de manera que cuando he escuchado a Martin Brundle preguntarse ¿dónde encuentra Charles esa velocidad?, no he podido por menos que recordar Bibo no aozora y desde que ha terminado la retransmisión no he dejado de oírla.
Leclerc y Gustavo Santaolalla encuentran lo suyo en el mismo manantial, uno alcanzando la perfecta comunión con su vehículo y la pista, y el compositor argentino haciendo lo propio con su guitarra y la música que arranca de sus cuerdas...
Ha llegado Charles Leclerc y toca arrodilarse. Con configuración para mojado, intuyo, pues las previsiones de lluvia se acrecientan conforme nos acercamos a la carrera, conducir por las calles de Montecarlo era hoy cuestión de manos y cabeza —sed indulgentes con Checo, los Red Bull separados del suelo siempre han sido un peligro si no te llamabas Sebastian y te apellidabas Vettel—, y el 16 de Ferrari ha vuelto a sobresalir porque quizá sueña con ser Campeón del Mundo y no va a dejar pasar ninguna oportunidad hasta conseguirlo.
No os aburro. Es lo que hay. Tal vez todo consista en acercarse al diccionario de la Real Academia y ver qué nos dice sobre la palabra «virtuosismo». Las victorias se construyen los sábados y tenemos por ahí un tipo vestido de rosso que hace preguntarse a un ex piloto metido a comentarista, dónde demonios encuentra esa velocidad que hace que se distinga tanto de sus rivales en Mónaco, la ratonera con más glamour del calendario.
Os leo.
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