No hay huevos...

 

Cada cierto tiempo me gusta recordar en Nürbu que las carreras de coches las carga el diablo, y es que, una cosa es saludar la felicidad del aficionado medio cuando juega a catástrofes que, en el fondo, nadie desea [Incroyable!], y otra bien diferente tolerar que los mayores jueguen a que Max y Lewis se van a encontrar de nuevo en pista como lo hicieron en Silverstone y Monza, y, a la postre, nadie parezca mover un dedo por evitarlo.

Si yo fuese Michael Masi, circunstancia que no imagino ni deseo, me reuniría antes de cada prueba que queda para terminar el campeonato, con Marko y Wolff, o con Horner y Wolff, o con los tres a la vez, y les advertiría claramente de que a la siguiente que se declarase un incendio entre los dos contendientes al título, ambos conductores iban a la puta calle por dos o tres citas y perdían todos sus puntos, independientemente de quién fuese el responsable de prender el fósforo. 

Y así hoy mismo y en los previos de México, Sao Paulo, Catar, Arabia Saudí y Abu Dhabi, con luz y taquígrafos, para que a todo el mundo le entre bien en la cabeza que la mejor medida de seguridad que existe es la prevención.

Está bien recordar cada tres por cuatro la rivalidad de Ayrton Senna y Alain Prost, pero queda muy feo para FIA y Liberty consentir que todo esto se haya convertido en un aliciente para el desenlace del Mundial. Tampoco tienen huevos de afrontarlo de manera adulta, para qué vamos a engañarnos, pero determinadas voces autorizadas dejarían de hacer el gilipollas si vieran que a quien tiene obligación de coger el toro por los cuernos no le tiembla la mano a la hora de aclarar que la rivalidad se resuelve sobre el asfalto, de forma limpia y bajo el paraguas del Código Deportivo.

Os leo.