La inmortalidad

El Maestro Jedi de toda una generación de aficionados a la Fórmula 1 ha hecho hoy lo que mejor se le da: ir por libre, hacer la guerra por su cuenta, adelantar el anuncio de su adiós a nuestra disciplina porque sólo Minttu y los críos le hacen la escaleta.

Mi querubín rubio soñó que lo visitaba la loba ancestral y susurró a su esposa su decisión mientras amanecía y ella parecía dormir y él mordía con labios de mariposa el lóbulo de su oreja y dibujaba con la punta de la nariz un arabesco en su mejilla. ¿Sí? ¡Sí...!

La inmortalidad la ganan los mortales sobreviviendo a tres naufragios o emulando a Kimi, nadie ha imaginado otra manera, ni la imaginará. 

Así, el mal embajador de nuestro deporte según Bernie, la ameba según Lobato, el borracho de los cretinos, el tipo que sabía demasiado pero confiaba en lo que decía Pedro, aceptó que tenía bastante y que ya iba siendo hora de que los padawan se buscasen la vida por sí mismos. Auténtico de los pies a la cabeza, es el último hombre que trajo el de Pilotos a las vitrinas de Maranello aunque Luca Cordero de Montezemolo prefirió llamar uomo Ferrari al sinsorgo de mi Felipe. 

Iceman peleó con Michael el título de 2003 y con Fernando el de 2005, pero la chavalería lo ha olvidado como olvida que había que estar ahí en 2007. Y a 1 de septiembre de 2021 Kimi ha vuelto a romper las reglas de lo políticamente correcto como hizo en Mónaco 2012 homenajeando a James Hunt desde su casco. Al año siguiente no le dejaron, pero lo intentó, que hay que decirlo todo. Había vuelto del WRC, pilotaba para la Lotus de Lopez, pero seguía siendo él mismo, y el universo hoy ha hecho el resto: conjugar el anuncio del finlandés con las tonterías de Lewis al respecto de que ya no le motiva ganar carreras, y que se ha filtrado que a lo peor nos joden Le Raidillon por el bien de la seguridad y eso que siguen denominando la máxima expresión del automovilismo deportivo.

Gana Kimi. El tercer gin-tonic de los aspirantes a cronistas de guerra como Pérez-Reverte ya había levantado la liebre, por qué esperar a que lo hiciera público Alfa Romeo si a Minttu le parecía bien desde aquel amanecer que relataba hace unos párrafos, y su corazón latía de otra manera y los niños le miraban distinto durante el desayuno...

Quedan unas cuantas carreras todavía, pero las curvas del calendario ya han comenzado a derramar lágrimas de sirena. Nadie volverá a besarlas como Kimi, ni a acariciarlas como Kimi, el Campeón del Mundo limpio sobre el asfalto, rápido cuando desplegaba sus alas a ras de suelo, él único que entendía de qué iba todo esto, el verso libre inmortal que echaremos en falta cuando se despida y cuelgue finalmente los guantes, el casco y su sable láser.

Os leo.