En la entrada que dediqué a la IndyCar el otro día [Las espadas en lo alto] se me olvidó mencionar la psicología y el libre albedrío —¡Hombre, es que el tema del libre albedrío viene aquí pintiparado...!—, fundamentales a la hora saborear hasta la última gota un campeonato como el NTT IndyCar Series, y claves para explicar por qué Álex Palou es un fuera de serie.
Cuando la victoria del español en Barber ya destacamos esa cualidad tan suya, por otro lado característica de los campeones, de creer en sus posibilidades contra viento y marea. Luego vino lo mejor: constatar su densidad como piloto, su madurez al volante, su capacidad para gestionar oportunidades y modularse entre la frialdad inteligente y la fogosidad más letal conforme las pruebas lo requerían.
Después de las penurias sufridas por el catalán las últimas carerras, la pole en el Grand Prix of Portland supo a gloria, pero la alegría duró un suspiro. A poco de arrancar la prueba Rosenqvist hizo añicos toda expectativa de victoria y de recuperar el liderato de la Serie. Dirección de Carrera ordenaba a Palou y Dixon ponerse a cola de los coches que habían trazado correctamente la primera chicane del trazado. Álex, por delante de su compañero, iniciaba la resalida donde Brian perdió la sandalia con una cita durísima de lidiar por delante, a la que le quedaban 99 giros de vida.
Pero lejos de arredrarse, conformarse o bajar los brazos, nuestro compatriota se remangó y se puso a materializar el milagro. Ganassi necesitaba sus coches lo más arriba posible y jugó a la contra de la estrategia dominante, de manera que antes de mitad de carrera los tenía entre los doce primeros. Al término del segundo relevo, alargado de nuevo en el caso de los monoplazas 9 y 10, Palou ya era primero, con Alexander Rossi a cola de su coche y Scott Dixon ocupando la tercera plaza.
Quedaban más de 25 vueltas que Álex dibujó con precisión hasta ver la bandera a cuadros, aguantando a Rossi pero no perdiendo de vista que había que terminar, toda vez que tenía a Dixon detrás, Newgarden no suponía una amenaza y Pato O'Ward navegaba hundido en mitad de parrilla por un error de cálculo cometido por Arrow McLaren en el segundo stint.
La impecable gestión de consumo de combustible y gomas, amén del tráfico y las oportunidades brindadas por los periodos de caution, había facilitado enjugar la vuelta de calcetín que había sufrido la carrera de Palou 110 vueltas antes. El catalán demostró una solidez a prueba de bombas, ejecutó con mano firme las posibilidades que intuyó Chip Ganassi en el terreno de las estrategias, y mandó una señal clara a sus rivales: es uno de los mejores de la disciplina y conviene tenerle en cuenta siempre.
Sea lo que sea que nos depare el final del campeonato, Palou ya está consagrado.
Os leo.
1 comentario:
Se dará la noticia en primer time en todos los informativos...
Publicar un comentario