Descuidad, no vengo a descubriros nada nuevo ni a hacer que entiendo algo de cine y documentales a pesar de que mi curriculum universitario contempla dos años de Audiovisuales y llevo con orgullo haber disfrutado como un enano del estreno de Blade Runner cuando los críticos hablaban de patinazo de Ridley Scott. Vengo a vengarme de mis compañeros de SafetyCast, que tuvieron este lunes pasado la ocurrencia de destripar Drive to Survive cuando yo iba por el segundo capítulo, aunque, sobre todo, vengo a condolerme en vuestro regazo de lo bajito que sigue cayendo nuestra Fórmula 1 cuando tolera que este truño de Netflix nos represente.
Como recomendaba Alejandro en el programa, buscaros hueco en el TL del siempre generoso Joserra (@ligasordidaf1).
En fin, él piensa que Drive to Survive es una mierda en lo técnico, pero yo, que soy más evanescente y etéreo, opino que ¡la madre que nos parió! sobre un producto incapaz de superar los resúmenes que hacía el FOM y venían como extra en los DVDs que vendía el Marca.
Los críos han bebido de estos higtligths que comento y tienen una empanada mental de la órdiga bendita, pero, honestamente lo digo, visionando la última creación de Netflix no tengo claro si saben dónde se han metido. Un espectáculo que tiene la necesidad de parecer otra cosa, que no atiende a las constantes que han definido su realidad, que esquiva recurrentemente que hay épocas peores que otras, que niega la mayor pero asume que todos profesamos la misma fe y nos chupamos el dedo, está literalmente perdido, de manera independiente a que «su promo» vaya indicada a fomentar el público estadounidense o europeo.
Quizás todo se reduzca a que Netflix ha bajado el listón tanto que Drive to Survive supone un ejercicio publicitario, un spot por capítulos que tiene su target en el ámbito más futbolístico de nuestro deporte: chavales que todavía son vírgenes y no han follao, para que nos entendamos. Buenos, malos, la culpa siempre es del otro. Un mundo de adultos traducido al lenguaje de niños. Las cosas pasan porque Dios lo ha querido, hay que entender al jefe, hay que entender siempre al jefe. Elenco rebosante de agraciados por la fortuna y seres que sufren las iras de las brujas de Estigia porque sencillamente pasaban por allí. Todo muy de película. Y Lawrence Stroll, el quinto elemento, la gloria y gracia de Gran Bretaña a pesar de que, la calderilla, en origen, tenga matriz canadiense y no tribute en Silverstone ni en el Reino Unido...
Inmejorable oportunidad perdida para haber impulsado nuestro deporte. Entretenida, pero profundamente boba y tramposa, así es la enésima temporada de Drive to Survive, enfocada a idiotas de esos que abundan a paladas en redes sociales, que se pierden si no pones un cliffhanger al final de cada frase.
Os leo.
2 comentarios:
Maese, casi no llego a los 2 minutos que pide Netflix para que se cuente cómo visualización...
En el clavo.
La F1 no acaba de entender que se la quiere por sus miserias y sus aciertos.
Hasta Alonso en su documental supo vender sus miserias. Jordan también...
Liberty, lamentablemente, se ha conformado con un lavado de imagen: musiquita, logo, documentales y, más lamentablemente, ha elevado la categoría de piloto de pago a personajillo de culto.
Así que sigamos intrigando sobre como la F1 se ha convertido en esclava capitalista de Stroll, Matchstetiz, Wolf y demás accionariado.
Dividendos forever!
Pero sigamos brindando por esos pocos pilotillos de la vieja escuela: Alonso o Raikonen... Que cuando llega un orco un orco pinchando con típica pregunta toca webs a lo British saben decir:
'I'm the best of them'.
A un león le vas a decir que no marque su territorio.
Senna o Prost tenían salidas de tono peores y son las leyendas del autosport.
Así que, sigue así F1.
Deja que el barco lo naveguen los grumetes a los que papá les ha regalado un crucero de verano.
Los curtidos marineros vendrán a comerse el marrón cuando solamente asome la quilla.
Y yo q no la he visto??
Y ahora??
Naaa,vere otra cosa,jeje
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