lunes, 4 de mayo de 2020

Ayrton y Alain


La primavera es una estación jodida para los petrolhead. La bonanza meteorológica ha propiciado, desde siempre, una notable acumulación de pruebas automovilísticas y, por ende, que los decesos de pilotos hayan rebosado precisamente en estas fechas consagradas a los meses de abril, mayo y junio.

De tanto en cuánto, no falta quien me pregunta por qué sigo siendo de Prost cuando Senna lo llena todo. Primero, ser del francés no me impide apreciar y gozar del brasileño. Segundo, pude disfrutar del de Saint-Chamond cuando se parecía demasiado a quien fue su némesis en McLaren. Y tercero, si de uno se ha destacado hasta qué talla de calzoncillo gastaba, al otro le hemos limado las numerosas aristas que presentaba, básicamente porque falleció un primero de mayo de 1994, compitiendo en carrera, en nuestras propias narices...

Poco se puede hacer ante las figuras mediáticas salvo aceptar que la vida es así, y sí, Ayrton le ganó ahí la partida a Alain, y ha quedado grabado para la posteridad con la aureola de héroe intacta porque se ahorró empañarla y mancharla de barro en el trayecto de bajada del Olimpo que había coronado durante sus años como piloto profesional. ¿Sería lo mismo si Senna siguiese viviendo? Lo dudo, y lo digo honestamente, pero desgraciadamente ya no importa lo que piense o deje de pensar, porque la primavera nos lo arrebató de los brazos, ha hecho ahora 26 años.

Os leo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Somos mucho los prosistas. A mí todo esto me pilló relativamente jovenzuelo, recuerdo haber hecho un trabajo en 4º de Periodismo sobre el tratamiento de la Prensa internacional al fallecimiento de Senna el año anterior que me quedó muy chulo. Pero aún y así recuerdo también que Senna era una personalidad que levantaba enconadas pasiones y virulentos odios, al cincuenta por ciento. Y era o con él o contra él casi desde que apareció con el Toleman.

Los contra él estábamos más alineados con El Profesor porque era el que más sombra el podía hacer y porque también vimos lo que le reputeó Lauda. Y porque, qué leches, porque el Renault Turbo ha sido cromáticamente el coche más bonito en la historia de estos cacharros, y eso a un cachorro de menos de diez años se le queda grabado a fuego. Amarillo y negro. Prost.