viernes, 3 de abril de 2020

Those daring young men in their jaunty «Jalopies»


Jose (Carmona) y Jorge Eduardo andaban trasteando con la fotografía de arriba —corresponde al campechano cambio de look que adoptó Kim Jong-un el verano pasado— y luego supimos que Fabiana está embarazada de Bernie y, bueno, una cosa lleva a la otra, y me ha dado por tomar prestada la instantánea con la intención de encarrilar una entrada sobre la necesidad que siente la grey de adquirirse pastores de saldo, con más razón en tiempos difíciles.

Yo era un crío cuando don Manuel Fraga Iribarne y el embajador de los EEUU salieron en televisión mientras se bañaban en la playa de Palomares. La verdad es que no habían tomado las aguas donde se había perdido una bomba nuclear sino unos kilómetros más arriba, o más abajo, que tanto da, porque lo importante era el gesto. El gesto quedaba congelado para la posteridad por la cámara, el gesto era retransmitido al pueblo, el gesto era la sustancia porque la propaganda rezuma gestos que la gente consume como si fuesen chuches...

Un líder sin gestualidad no es nada y se extraña que la Fórmula 1, tan dada a los farsantes, no encuentre en estos momentos un guía que los tenga cuadrados y se eche el deporte a las espaldas.

¿No era aconsejable disputar una carrera en Albert Park...? Bueno, todos sabemos lo que habría hecho Vladimir Putin: se habría quitado la camisa, habría solicitado unos guantes y un casco, se habría introducido en el habitáculo de un Haas, y habría tirado p'alante, pie a tabla, demostrando con evidencias que un coronavirus no puede torcer los designios de una planificación científica; un poco como anda haciendo el presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, que ha asegurado que prefiere «morir de pie antes que vivir de rodillas» (sic) mientras solicita que le enseñen dónde está el coronavirus, cómo se mueve, de dónde y viene y adónde va, al estilo José Luis Perales en su canción Y cómo es él...

El liderazgo tiene mucho de negación de la realidad, por eso resulta tan magnético. En redes sociales abundan los gurúes —líderes a su manera—, y triunfan porque siempre hay quien cree que lo suyo son milagros inescrutables para ojos no avisados, como el de la sandalia de Brian, pero en la vida real todo resulta más complicado y los líderes parecen locos porque quizás lo sean y porque quienes los siguen se asemejan a la banda de gilipollas que rodean a Kim Jong-un en la foto que robé a mis amigos.

Chase Carey no es Putin, y quizás el problema que acogota a la Fórmula 1 en estos instantes es que rebosamos idiotas que necesitan líderes que les señalen cómo acertar en la taza mientras mean. Liberty tiene un grave contratiempo sobre la mesa y lo está gestionando como puede, y que Bernie haya acertado en lo suyo sólo significa, como él mismo ha confirmado: que ahora tiene tiempo para entrenar...

Desde casa hacemos un mundo mucho mejor... Os leo.

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