lunes, 20 de mayo de 2019

La ira de Dios


Algo falla profundamente cuando los números dicen una cosa y las sensaciones otra... 

Hay un versículo de la Biblia que narra cómo Yavhé le solicita a no recuerdo quién, que no haga uso de la ira porque la venganza es suya y sólo suya, y Él la aplicará cuando considere conveniente. De mis años mozos escribiendo sobre terror me han quedado ésta y otras monumentales tonterías que no sirven para practicamente nada, pero dan sentido a mi memoria —algo que he ganado, ¿no?—, ya que en nuestra pequeña editorial resultaba muy habitual hablar de «la ira de Dios» como quien recurre a aquello del siéntate a la puerta de tu casa que verás el cadáver de tu enemigo pasar, o nunca escupas al cielo...

Ferrari está jugando con la ira de Dios y puede pagarlo muy caro, ya que si los números dicen una cosa y las sensaciones otra es porque no hay sintonía, y si esto ya es malo para el común de los mortales y, por ende, para los aficionados a la Fórmula 1, supone algo incalificable que no lo esté teniendo en cuenta Mattia Binotto para virar de rumbo.

Llevo encima una petada de cosas bastante monumental. En cuanto me desocupe, os prometo que largo una entrada explicando cómo es posible que una máquina virtuosa en febrero y comienzos de marzo, se haya convertido en una castaña que genera drag y penaliza downforce y neumáticos conforme han ido transcurriendo las carreras. Os dirán que es complejo de entenderlo, pero en el fondo resulta tremendamente sencillo: sólo hace falta que el piloto de un equipo se empeñe en no adaptarse al monoplaza y exija de éste un cambio radical de comportamiento que es muy peligroso de ejecutar al amparo de la normativa que hemos estrenado este mismo año.

Pero no me enredo. Vettel es el de los datos y Leclerc el de las sensaciones, y Binotto, ingeniero él, ha decidido sacrificar lo que le está solicitando medio mundo con tal de dar el vehículo que necesita a su mejor opción —los datos, recordad, refuerzan esta tesis. Son inapelables aunque La Scuderia se esté yendo al cagarrón siguiendo esta pérfida lógica.

No voy a cargar contra Sebastian porque la jornada ha sido bastante buena y no pretendo enmarronarla a última hora, así que echaré el ratito que me queda escribiendo sobre un tipo que llegó a Ferrari por sensaciones prometedoras —integrado en Alfa Romeo-Sauber, los datos como que no—, pero está siendo allanado en la mítica en base a unas cifras más bastardas que la madre que las parió. Está bien que nos hagamos los ofendiditos flanderianos porque Wolff saca la lagrimita a pasear en cuanto tiene oportunidad y Lobato habla del noble arte del trile, pero ¡por Dios!, ¡en qué cabeza cabe que Toto no se esté descojonando de nosotros cuando hemos puesto todos los huevos en la huevera equivocada y de ahí no salimos!

Charles es el futuro de la rossa. La intensidad. Lo sentimos en cada carrera y en cada comunicación por radio, y, admitámoslo, ni hemos nacido ayer ni somos tan cenutrios como para no comprender que si Binotto le diera opciones al monegasco, incluso le acompañarían los datos.

Se ha matado el SF90 y no sé si hay vuelta atrás en esto, de lo que sí estoy seguro es que Leclerc va a continuar adaptándose a cualquier hierro que le den, mientras la ira de Dios pende como una espada de Damocles sobre el tetracampeón del mundo y su principal valedor ahora. Diría que ambos van a durar lo que el agua en una cesta, pero ésta quizás sea otra historia.

Os leo.

1 comentario:

anonimo dijo...

Esto de administrar el ego de las estrellas no es para cualquiera, José. Estos días, con la fea noticia del fallecimiento de Niki, hemos recordado como al mismísimo Enzo se le escapa su estrella a fines del 77 porque no esperó a su recuperación y lo suplantó con Reutemann.
En años mas recientes hemos sido testigos de los duelos Senna-Prost dentro de McL, sin ir mas lejos. Lo digo en voz baja porque mis hijos cuando menciono los 90s me miran como si se tratara de la Primera Guerra Mundial o la Revolución Francesa.
No quisier estar en los zapatos de Mattia. Tiene a una superestrella a la que le pagan un salario muy alto, y a su lado a un joven que no le hace las cosas sencillas. ¿Qué debería hacer? Cuando Daniel le complicó las cosas a este mismo Sebastian en RB se tuvo que ir a buscar empleo en otro sitio. Marko no es mi mejor ejemplo, aclarémoslo.
Cuando Ferrari quiso voltear a Kimi para traer a Fernando casi le sale bien. Si no fuera por Glock Felipe se habría llevado el gato al agua.
En algunos casos puede tocarte en un tipo tan testarudo como el que más: Hamilton aguantó el sopapo de Nico, y hasta se tuvo que aguantar a que el hijo de Keke dejara la categoría y no le permitiera devolver el golpe. Aguantó el sismo con entereza, digámoslo. Ya no sé si es sismo o seísmo; sabes que soy argentino y que el español de españa me resulta esquivo, casi hasta deseo que no se mueva el suelo pero no por los muertos y destrozos, que son lo de menos, sino porque me van a pescar con faltas de ortografía ¡Válgame Dios!
Saludos
Martín