viernes, 12 de enero de 2018

Construyendo a Hamilton [20-10-2017]


A mediados de octubre pasado Hamilton se acercaba a su cuarta corona mundial con paso firme y alfombra rossa y yo lo contaba desde mi espacio en Graining.es. Lo que a primeros de temporada pintaba negro zaíno (olvidad los dobles sentidos) se había convertido con el transcurso de las carreras en un idílico paisaje en el que tan sólo quedaba lo más fácil: rubricar una campaña que se había puesto dulce como una tarta de fresas gracias a la soberbia estrategia desarrollada por Brackley a partir de primavera.


Las posibilidades de que este próximo domingo Lewis Hamilton obtenga el título mundial F1 por cuarta vez, son elevadísimas. Si no fuese así, el británico aún dispondrá de tres balas después del Gran Premio de los USA…

A nadie se le escapa que en el juego del gato y el ratón, el piloto de Tewin interpreta en la actualidad el papel de felino mientras que a Sebastian Vettel le ha tocado hacer de roedor, circunstancia que bien mirada, pone de relieve el enorme trabajo desarrollado por el equipo Mercedes AMG (al completo) a la hora de situar a su piloto estrella en una posición de absoluta comodidad al final de un campeonato que comenzó bastante mal para la de Brackley.

La salida de Nico Rosberg a primeros de diciembre pasado dañó severamente el proyecto de la anglo-germana para este año.

Es cierto que Valtteri Bottas fue elegido para sustituir al Campeón del Mundo 2016 y que a tenor de los resultados supuso una gran idea, pero había prisa y tanto a Niki Lauda como a Toto Wolff les costaba disimularla. El W08 iba a pagar muy caro este contratiempo al comienzo de la campaña 2017. Casi naufraga antes de echar a andar porque en vez de contar con un líder sólido tenemos entonces a un Hamilton excesivamente desentonado, muy pasota, que después de haber hecho gala de sus bonitas vacaciones en redes sociales, ponía los pelos de punta a sus jefes deshaciéndose de su personal trainer para abordar su preparación física en solitario, y tarde.

Mercedes AMG arranca la sesión con un monoplaza a medio entender y sufriendo serios problemas de comprensión de los neumáticos, lo que permite a Ferrari marcar el paso a pesar de que la infrautilización que hace Maranello de su segundo piloto, Kimi Raikkonen, circunstancia que impide que los daños a la británica sean irreparables.

Las novedades implementadas en el vehículo plateado durante el Gran Premio de España ayudan a serenar las aguas. El W08 sigue siendo un coche con poco rake (inclinación del fondo plano con respecto al suelo), pero goza de un mejor equilibrado y las soluciones adoptadas en la zona del tren anterior lo hacen más dócil de conducir. Lewis comienza a estar cómodo, lo que significa que su talento natural empieza a fluir sin interferencias.

Brackley pone el resto: juega como el Barça del mejor Guardiola. No hay definición de áreas, Bottas y Hamilton son dueños del campo independientemente de quién meta los goles. Mercedes AMG lleva a la esquina del cuadrilátero a Ferrari mientras separa a Iceman de Sebastian en la tabla de pilotos y golpea sin compasión a la italiana en la de marcas a partir de Canadá.

Lewis, además de cómodo, confía en su escudería y en su compañero. Sebastian, solo, se enfrenta a una realidad nueva defendiendo territorio, con el agravante de que Valtteri puede aguarle la fiesta del subcampeonato a poco que las cosas se tuerzan, que se tuercen. Monza, Marina Bay, Sepang… Suzuka. La Scuderia cede terreno de la manera más torpe que se pueda imaginar, y el de Tewin gestiona la ventaja que le está brindando el rival en bandeja de plata, hasta casi disponer de un tambor lleno de balas de regalo en el COTA, de esas que están ahí por si hacen falta.

Vettel necesita un milagro, pero su magia en Austin es menos poderosa que la de su oponente británico. Ambos lo saben. Sebastian tiene que romper su mala racha, confiando además, en que Hamilton ceda la rodilla o en que Bottas pierda terreno. Lewis sólo tiene que mantener la calma.

Os leo.

No hay comentarios: