Zulu Golf

Cuando decides llevar adelante un blog del tipo que sea, la primera elección pasa por aceptar si quieres ser tú mismo o vas a dedicarte a dar homilías.

Desgraciadamente, dejé pasar la posibilidad de elegir en 2007 y fue Nürburgring el que eligió por mí a partir del mismo instante en que lo alumbraba. La bitácora y yo íbamos a ser nosotros mismos le pesara a quien le pesase, y así durante ocho años largos que serán nueve este próximo agosto. Media vida, que diría aquél. Demasiado tiempo aunque apenas hayamos cambiado porque seguimos hundiendo nuestras raíces en la misma tierra que nos vio nacer.

Me viene encima una semana bastante difícil y aunque lo niegue, siento la imperiosa necesidad de soltar alaridos como cuando Fernando se quejaba en Japón de que la power unit Honda no daba ni para luchar en GP2. Soy consciente de que notáis que ando bajo de tono cuando no literalmente bronco, que vuelo demasiado cerca del suelo y que busco qué llevarme a la boca para señalarlo en ZG y soltar el correspondiente misil que haga el trabajo sucio a falta de un buen cuerpo a cuerpo...

Se cruza el Dakar, el rally de Montecarlo, la salida de Pastor Maldonado, el Halo, las moñadas de la FIA el FOM los equipos y la madre que los parió a todos, y apenas queda tiempo para mirarte en el espejo y recrear lo que eres en cada una de las cicatrices que te dibujan el rostro.

Pero es sábado noche y guardo en mi carpeta Smeagol imágenes como la que decoran este texto. 

En teoría seréis pocos los que lo leeréis. Menos aún los que entenderéis de qué va que aparezcan los volúmenes de un A-10 en un blog de Fórmula 1. Los gatos de Gorliz no maúllan a la luna porque las nubes y la oscuridad impiden verla. Llueve a estas horas y ésta es una de esas entradas que carecen de etiqueta y apenas pasearé por las redes sociales. Vosotros y yo, solos, como en los viejos tiempos, esos que necesito revivir de tanto en tanto para recobrar las fuerzas. Más ahora que antes, sin duda.

Os leo.