La imagen de arriba no se corresponde con la película que da título a esta entrada, pero tampoco creo que importe tanto ya que la carrera a la que se refiere el texto difiere sustancialmente de ese mundo idílico que se nos vendió para 2014, sin avisar que consistía en cambiar la vitola Red Bull de años pasados por la de una extrañamente renovada Mercedes AMG.
En todo caso, disculpadme el delay. Hablar del Gran Premio de China cuando aún tenemos calentito el de España puede sonar a meter innecesariamente el dedo en la llaga, pero ya comenté que me apuraba ir retrasado en la etiqueta «2014 temporada» y puesto que hoy está resultando un domingo bastante tranquilito, me he propuesto saldar el hueco que faltaba y acaso, completar la previsión de sesión doble dentro de un rato.
Y por fin, a lo que íbamos. Con tiempo fresquito pero sin que la previsión de lluvia se cumpliera, los vehículos comenzaban a rodar en cuanto el semáforo se ponía en verde. Lewis Hamilton tomaba las de Villadiego seguido por Sebastian Vettel mientras a la entrada de la curva número 1, Felipe Massa a punto estaba de arruinar la carrera de Fernando Alonso y unos metros atrás, Valtteri Bottas complicaba la de Nico Rosberg.
El ritmo estaba bien para lo que llevábamos visto. Lewis navegaba primero con Sebastian en la estela del W05 del británico. En tercera posición se mantenía Fernando asediado por Daniel, después de que el primero hubiese arrancado de manera sorprendente.
Nico Rosberg, con problemas en el intercambio de datos entre su vehículo y el muro de la de Brackley, protagonizaba el interés de los primeros giros en su intento por no perder contacto con la cabeza y la prueba discurría según el guión previsto hasta que llegaban los primeros pasos por garajes, momento que aprovecha Ferrari para que Alonso supere a Vettel y se coloque segundo, posición en la que se mantendrá durante buena parte de la carrera.
El segundo stint resulta en líneas generales bastante soso. La cabeza de la prueba parece inalterable una vez Rosberg ha superado a los hombres de Red Bull, pero toca cambiar de nuevo de gomas y uno de los primeros en pasar por boxes es Fernando, lo que le iba a suponer realizar un tramo final de carrera con los mismos neumáticos y a la postre, exponerse a pasarlas canutas en los últimos compases de la misma, cosa que en definitiva sucedió cuando el piloto alemán de Mercedes AMG puso proa para alcanzar a su compañero y casi se lleva las pegatinas del Ferrari del asturiano cuando lo rebasó definitivamente.
Las nueve posiciones delanteras no se modificaban durante los catorce giros que faltaban... bueno, los 12, que al final hubo sorpresa, pero lo que quería decir es que os ahorro las descripciones porque para que no se muevan nueve puestos en catorce vueltas es que no había mucho que contar, ya me entendéis.
En fin, como insinuábamos antes, a la finalización de la vuelta 54 un comisario se precipita y ondea la bandera a cuadros. Nadie le hace ni puñetero caso, para qué o voy a engañar, pero concluida la carrera Charlie Whiting aplica uno de esos artículos del reglamento a los que sí hay que hacer caso, y quita un par de vueltas del recorrido total, con lo cual todo queda igual salvo en la cola del pelotón, donde Kobayashi resultará el más damnificado ya que había tenido la ocurrencia de adelantar en pista a Bianchi.
Pero hablábamos de fantasmas chinos y tengo unos cuantos: el primero se corresponde con esa extraña circunstancia que determina que con un reglamento recién estrenado que busca la máxima igualdad entre los competidores, existan dos vehículos que parecen jugar en otra liga. El segundo atiende a esa extraña circunstancia que hace que la unidad de potencia de Mercedes-Benz funcione infinitamente mejor sobre un Mercedes AMG que sobre un McLaren, un Force India o un Williams. El tercero señala la extraña situación que se vive en el seno de Red Bull, donde Daniel sigue dando sopas con honda a Seb. El cuarto se refiere a lo extraño que resultó que Marco Mattiacci en el puesto de Stefano Domenicali, no haciendo prácticamente nada reseñable, se estrenara con uno de los coches rossos en el podio. Y el último... Bueno, el último se me ha escapado antes, y es que ¿a quién coño se le ocurre darle una bandera de cuadros a un fan de Lewis Hamilton?
Shanghai, a chinese ghost story. Os leo.
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