Pies de barro

Si los números dijesen algo, que lo dicen pero no como entienden algunos, nos dirían que Nico Rosberg, a pesar de haber triunfado en Mónaco y de que su compañero no ha obtenido ninguna victoria esta temporada, está ahora mismo a 15 puntos de Lewis Hamilton, el compi del demonio que mencionaba antes, así que conviene pasarse a las vibraciones para valorar al hijo de Keke, perspectiva que con el alemán, he adoptado siempre.

Y es que Nico es un gran piloto que ha tenido la mala fortuna de yacer encorsetado en aventuras paupérrimas, con lo cual, nunca ha podido despegar para encontrarse a sí mismo. Sí, ya sé, siempre estoy con lo de encontrarse a sí mismo y nunca doy pistas... Bien, Kimi es un tipo que se ha encontrado a sí mismo y da igual que conduzca un monoplaza que una lata de sardinas, que siempre será Kimi. Otro tanto ocurre con Fernando, con el que no cabe hacer exploraciones ni pronósticos, porque ya dispuso de una lata de anchoas y fue él mismo. Lewis, otro del mismo pelo. El británico tiene firma propia y esto es un hecho indiscutible. Pase lo que pase, esté donde esté, Lewis es un gallo de pelea, un sí mismo con espolones que no admite paliativos...

Lógicamente, para llegar a ser uno mismo a la manera que digo, hay que haber estado a las duras y a las maduras, en el vencer y en el sufrir, en lo más alto y en lo más bajo, cosa que lamentablemente está al alcance de muy pocos. Y aquí entra en escena nuestro campeón de Mónaco de 2013, un gran piloto, indiscutible, pero que no se ha encontrado a sí mismo porque que ha disfrutado de máquinas ramplonas a las que no se ha sabido sobreponer, y que sólo deslumbra cuando el coche acompaña.

En El Principado, durante el domingo, el W04 de Mercedes AMG acompañó lo suyo, bueno, el trasto y los 1.000 km. que había hecho con las Pirelli en Barcelona, pero más si cabe un día antes, el sábado, cuando el alemán arrebató la pole por nueve miserables centésimas a su compañero de armas y vitola. Sí, ya sé, siempre estoy con estas tonterías de las que hago un mundo, o una entrada, pero sólo hay un circuito en el calendario donde es posible hacer de alquimista y convertir casi una décima en una victoria incontestable, y se llama Mónaco.

Nico vencía, pero no como lo hizo en China el año pasado, y eso es lo que me preocupa, porque si en aquel momento me felicité y pensé que íbamos a seguir viendo al hijo de Keke y no lo vimos, esta sesión me da que estamos en lo mismo. De las tres poles que ha conseguido, sólo ésta ha fructificado. 

En el Gran Premio de Bahrein, recordemos, Rosberg se deshizo saliendo primero en la parrilla para terminar nono, y en el pasado Gran Premio de España, se deshizo menos pero se deshizo igualmente, pues partiendo como poleman, terminó sexto. Sí, ya sé, también, que son sólo fríos números, pero a mí me hablan, y sus susurros me narran al dictado que Nico es un gran piloto con pies de barro, un tipo magnífico que todavía depende de la salud de su coche para subyugarnos como Kimi, Lewis o Fernando. En definitiva, un piloto que todavía sigue buscándose a sí mismo en los circuitos, y al que deseo desde lo más hondo, que se encuentre pronto.

Os leo.