viernes, 31 de mayo de 2013

Fast food


Algo va rematadamente mal cuando hasta el más acérrimo aficionado al fútbol te pregunta acerca de por qué tienen tanta importancia las ruedas este año. Le dices que no sólo es este año, sino que ya llevamos con el asunto al menos tres, contando lógicamente con los pedruscos de Bridgestone en 2010. Le explicas un poco en qué consisten ahora los neumáticos y lo más que consigues es que tu interlocutor abra la boca para decir a renglón seguido: ¡pues vaya mierda, no? 

Pues sí, ¡vaya caca!, que diría aquél. Y piensas irremediablemente en Bernie Ecclestone pidiéndole a Juan Mari Arzak que le confeccione un plato que sólo dure un suspiro, porque lo que mola de ir a un sitio tan exclusivo no es la comida que sirven sino el ir y venir de los camareros, y te asalta la figura de Alberto Chicote entrando en la sede de la FIA en la Place de la Concorde con el balón de rugby en la mano, para comenzar a levantar tapas, oler cazuelas y lanzar jaculatorias al cielo, mientras recuerda machaconamente a Fangio, a Moss, a Clark, a Stewart y Fittipaldi o a Gilles Villeneuve.

Veo al madrileño levantando alfombras, apartando cuadros, pasando el dedo por las paredes llenas de grasa y llegando al frigorífico de la cámara presidencial donde sienta su culo el gran Todt, para rugir estentóreo aquello de ¡pero qué coño es todo ésto…?

Esto es lo que no está dejando la FIA, un mundo feliz repleto de proveedores únicos que al final acaban siendo víctimas de sí mismos. Ahí anda Williams, por ejemplo, firmando el divorcio con Renault porque lo de revivir laureles pasados está reñido con el pecunio cuando los resultados no acompañan en absoluto. ¿Qué sería de la Fórmula 1 si la gala fuese el único suministrador?, que a la de Grove le tocaría joderse y arrear con lo puesto este año y el siguiente, y el otro y el de más allá. Pues lo mismo pasa con las gomas, que si hubiera una miserable alternativa a lo que tenemos, habría al menos un futuro al que agarrarse y no una sima hedionda y oscura a la que asomarse.

En este sentido, permitidme que os diga que me tiene perplejo que Bernie, quien ve con buenos ojos y muy saludable el retorno de Honda al paddock, que gustaba de jugar con Donington y Silverstone al backgammon, insista en ver el espectáculo como una simple manifestación del barullo, donde lo más atrevido que existe es quitarle la silla al payaso de turno, por ver si éste se va así al suelo, ¡ja, ja, ja!

Sea como fuere, la chuleta de cinta ancha que compramos sabrosa y prometedora para la barbacoa, se nos está quemando al fuego y al final de todo, se llame Pirelli o puturrú de fuá, será la hamburguesa de la que nos acordaremos para rememorar esta estupidez que estamos sufriendo, a quien señalaremos como culpable mientras se reseca hasta parecer la suela de una alpargata, olvidando que en la sede de la FIA, los responsables de tanto sindiós huyen de Alberto y se esconden en los armarios o bajo las mesas de sus fabulosos despachos, con la intención de evitar que Chicote les pregunte a bocajarro: ¿pero tú sabes de qué va esto? 

Feliz noche de viernes. Os leo mañana.


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