Quemar después de leer

Whitmarsh, Martin Whitmarsh, el individuo que charla amigablemente con el hijo de Anthony Hamilton se llama así, y es el mismo que en diciembre pasado nos anunciaba a bombo y platillo, a través de Autosport, que «Lewis es ahora un producto absolutamente fiable. Puede liderar el equipo y ser el talismán que nos lleve a ganar el campeonato».

La cosa no dejaba de tener su gracia por aquello de que estamos hablando de uno de los responsables de la escudería que dice haber hecho de la igualdad entre sus pilotos su seña de identidad, y que por tanto no debería tener líderes tan claros a tres meses largos de dar comienzo una nueva temporada. Más hilarante resultaba el asunto si recordamos que por aquella época, Fernando Alonso se las piraba del equipo de Woking como un auténtico gato escaldado, harto del trato que le habían dispensado.

Whitmarsh, Martin Whitmarsh, es un cachondo, por si no lo sabéis, y como muestra citaré que en la misma entrevista, también dijo: «Estamos decididos a que Lewis sea campeón del mundo por primera vez en 2008. En nuestras fábricas de Woking, Brixworth y Stuttgart, se está trabajando increíblemente para que eso ocurra. Es fantástico que Lewis ya se haya ganado ese grado de emoción y apoyo dentro del equipo», y eso que McLaren seguía empeñada en lo de la igualdad y en dar a sus dos pilotos el mismo trato (Heikki acababa de ser contratado en sustitución del Nano), tres meses antes de que se abriera la sesión.

Si queréis saber lo que pensaba al respecto, pasaros por [El líder], que hoy lo traigo hasta este espacio porque en este final de temporada ha decidido tirar la casa por la ventana en cuanto a chistes se refiere, afirmando cosas como: «Podemos permitirnos ser más conservadores de lo normal, pero todavía peleamos por ganar el campeonato de constructores y sería un error pasar por alto este detalle. Hay 18 puntos disponibles en Brasil y no hay ninguna razón por la que no podamos estar delante, ya los demostramos en China». ¿A que es muy bueno? En Shanghai le cargan a Heikki con 3 vueltas más de gasolina que a su compañero, le tocan las ruedas, le dejan que naufrague en carrera, le ordenan que se retire, lo justifican con un fallo hidráulico, y el tío va y dice que ya demostraron estar delante, y peleando por el mundial de constructores. ¡Es bueno, buenísimo!

Pero Whitmarsh, Martin Whitmarsh, a pesar de ser divertido y locuaz en exceso, es un tipo al que no conviene tomarse a la ligera. Si en diciembre pasado sus gracietas iban encaminadas a serenar los ánimos de quien apenas mes y medio antes había desperdiciado 17 puntos de ventaja con el tercer clasificado —en sendas demostraciones de madurez que se escenificaron en China y Brasil, circuito este último donde perdería el título de pilotos mientras el equipo se encargaba de que lo perdiera su compañero—, y por supuesto a contentar a la prensa inglesa, of course; los chistes de este octubre que estamos devorando, tienen, me temo, idéntica misión: calmar al muchacho, relajarle, transmitirle la sensación de que todos en Mclaren están con él, incluso Heikki y Haug, quien no hace demasiado ponía en cuestión la actuación del británico en Fuji.

Así las cosas, a mí me asaltan ahora algunas preguntas: ¿Por qué hace falta empeñarse en que todo va bien, si va todo realmente bien? ¿Por qué hace falta decir que «somos [son en la de Woking] conscientes de que el campeonato mundial puede ganarse o perderse por un fallo mecánico, por eso trabajamos para reducir al mínimo esta posibilidad», si lo que realmente acojona es la posibilidad de que el hijo de Anthony Hamilton vuelva a liarla, y bien parda?

En fin, Whitmarsh, Martin Whitmarsh, sabrá, que doctores tiene la Iglesia y en McLaren con un Jefe Ejecutivo como él les basta y sobra.