La pole de Mayländer

La norma que regula la aparición del Safety Car es de las más impopulares de la F1. Por no gustar, no gusta ni a pilotos, ni a constructores, ni a aficionados.

El asunto, en sí mismo tiene mucho de arbitrario, pues como hemos podido ver estas dos temporadas que lleva vigente (creo), nadie sabe a ciencia cierta cuáles son los varemos o criterios que se utilizan para sacarlo a pista (en algunas carreras ha habido demasiados y en otras, aparentemente haciendo falta, ni siquiera ha aparecido); pero en lo que se logra total consenso es en que convierte las carreras en una lotería, lo que sin querer vuelve a redundar en lo de arbitrario, pues en más de una ocasión se ha percibido que su uso o ausencia podía redundar en beneficio de un piloto concreto (¡Ay, Charlie, Charlie!).

Vaya por delante que no quiero hoy abundar en este aspecto que acabo de dibujar, sino que saco a la palestra el tema porque McLaren y Ferrari han puesto el grito en el cielo por su inoportuna irrupción en el pasado G.P. de Singapur.

Martin Whismath, por un lado, tiene perfectamente claro que sin la aparición del bendito coche de seguridad, el hijo de Anthony Hamilton habría ganado la carrera, eso sí, ha obviado lo beneficioso que le resultó al británico el primero (redujo considerablemente la distancia que le había metido mi Felipe en su primer stint, y a la postre le quitó de en medio a los dos Ferrari por el precio de uno), y también del segundo, que redujo a polvo la ventaja que le sacaba nuestro asturiano al citado. Vamos, que yo no entiendo muy bien de qué se queja, pero ¡en fin!

Montezemolo, por otro, se ha quejado de que el Safety convierte las carreras en una lotería en la que puede ganar cualquiera, pues se malversan las estrategias, las posiciones obtenidas en calificación, etcétera, etcétera, etcétera. Aunque intuyo que lo que ha pretendido ha sido cargarle el mochuelo de lo que pasó en el box de La Scuderia al coche que conduce Bernd Mayländer, por si había algo de suerte y nos lo tragábamos, sí creo que lleva algo de razón, sobre todo porque el mandamás italiano ha demostrado, por enésima vez, ser mucho más inteligente que el número dos de McLaren, sacando a la palestra el empeño idiota de Bernie Ecclestone en convertir cualquier ciudad en un circuito, con la ayuda inestimable de su colega Tilke.

Y es que aquí creo que radica el quid de la cuestión, pues si como todo indica, el tío Bernie va a ir incorporando al mundial circuitos urbanos a troche y moche, y el bueno de Hermann se va a limitar a rodear sus trazados de hormigón y alambradas, de suyo es que imaginemos un futuro en el que Mayländer debería calificar también, por aquello de darle un poco más de emoción al asunto, pues su vehículo se va a hacer pieza indispensable en todo gran premio, y como tal debería ganarse un hueco en la parrilla de salida, y sólo ir delante si gana la pole.

Eso, o se erradica la calificación (no me preguntéis por la alternativa, que estoy con gripe y no doy para mucho más), porque en cuanto el Mercedes de las lucecitas ámbar se ponga en marcha, se jodió todo el trabajo del fin de semana.

Yendo un poco más lejos (o más cerca, según se mire), pregunto yo si no sería más fácil dejarse de megalomanías y volver a los viejos circuitos de siempre, donde hay abundantes escapatorias y terreno abierto como para que los coches se salgan como Dios manda sin que sea necesario sacar al Safety a las primeras de cambio, y porque no queda otra.