Entramos en modo ahorro de gasolina y gomas...
En nada se termina este espacio de dulce solaz vacacional y visitamos ese bodrio de luces y colores al que llaman Las Vegas Strip Circuit, que tiene dibujo de cerdito puesto del revés, sí, ese, al que seguirán del tirón Losail y Yas Marina.
Mi abuela me tenía advertido de que hombre precavido vale por dos, aunque en mi vida no he hecho demasiado caso a la anciana María y me he metido en jardines de difícil salida, para qué os voy a engañar. Ahora bien, en esta ocasión prefiero tomarme todo con un puntito extra de filosofía, ya que bastante jodido está el periodismo extramuros como para que, en un desliz, por supuesto, pueda yo dar la razón a los que piensan que en el interior del convento no afectan para nada las tempestades que están dejando como un erial una de las profesiones más bonitas que existen, o existían, debería decir.
La prisa se lleva mal con la calidad y la urgencia sólo agrava su delicada relación. Con el desembarco en Nevada comenzará el festival de los redactores de contenidos buscando como lemmings la cornisa del acantilado. Aquí, el verbo insistir sólo significa pecado. Los ingleses, con Bernie a la cabeza, sabían cómo hacer bonitos fin de fiesta sin incurrir en demasiadas extravagancias, pero con Liberty todo es exceso y ruido. ¡General, su esposa se ha caído en la piscina!, a lo que el militar contesta: ¡salven las joyas...!
Os leo.
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