Sin que sirva de precedente, vamos a cerrar de una tacada el largo episodio de los grandes diésel en Le Mans, reseñando hoy el Peugeot
908 HDi FAP que se enfrentó a los Audi desde 2007, un añito después del estreno del
R10 TDI [
Y llegó para quedarse], y venció en la edición de 2009 a los
R15 TDI [
¡Más madera!].
En 2012 se estrenaba la era híbrida en el WEC y Le Mans, pero Peugeot declinó participar. No obstante, el bellísimo colofón a esta etapa que aludíamos al comienzo se dio el año anterior [
La mejor edición (#BlueTrain/21)], cuando los descomunales diésel de 5.5 Litros ya habían dejado paso a los
más pequeños 3.7 Litros, aunque, con vuestro permiso, la aparcaremos hasta que encuentre el
R18 TDI y lo pueda traer a estas páginas.
En fin, volvamos unos pasos atrás y centrémonos en nuestro protagonista, un prototipo cubierto que, como decíamos el otro día, paliaba con su cuidadosa aerodinámica el ligero peor comportamiento de su propulsor de 700 caballos frente a los 650 del Audi, lo que obligó a la de Ingolstadt a responder con el depurado R15 TDI primero, y con el R15 TDI Plus en 2010.
No vamos a liarnos la manta a la cabeza ya que tenéis gente a mano muchísimo más preparada que yo, que os puede explicar mejor las diferencias entre la tecnología alemana TDI (Turbocharged Direct Injection) y la francesa HDi (High-Pressure Direct Injection), aunque podemos decir que ahí estaba el meollo de la cuestión. En todo caso, como veremos más abajo, el 908 HDi FAP (Filtre à Particules Additivé) suponía un ejercicio aerodinámico de primer orden, lo que le convirtió en un rival temible en La Sarthe, sobre todo en la larga recta de Les Hunaudières.
El modelo de hoy también pertenece al catálogo de la casa IXO, y, como es costumbre, reproduce delicadamente tanto las formas exteriores como el habitáculo, destacando el finísimo trabajo de tampografía en la carrocería.
El trastillo en cuestión se corresponde con el prototipo que venció en las 24 Horas de Le Mans de 2009 tras haber completado 382 vueltas al trazado galo con David Brabham, Marc Gené y Alexander Wurz a los mandos.
Más allá de la rivalidad deportiva, para terminar esta entrada me apetece destacar cómo el concepto de diésel competitivo pilló en bragas a la autoridad competente, lo que permitió que mientras ésta reaccionaba y se adaptaba al nuevo entorno, Audi y Peugeot exploraran diferentes alternativas ante un mismo paquete de reglas. Distintas arquitecturas de motor, V a 90º en el caso alemán y a 100º en el francés, dos ópticas ante la reducción de emisiones, etcétera.
En definitiva, dos conceptos diferentes que hicieron las delicias del aficionado de aquel entonces, incluso del no tan versado en temas técnicos, dirimiendo en el anciano La Sarthe quién iba a dibujar antes el futuro.
Os leo.
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