Ahí donde lo veis, Greg Maffei parece el alcalde majo de tu pueblo, aunque es un tipo que en 2019 se embolsó 44 millones de dólares currando en Liberty y en 2018 andaba solicitando que aumentara el nivel de drama en nuestro Mundial [El dramón].
El neoyorquino supone uno de los núcleos inclusivos de Ernesto y yo cuando nos reunimos para tomar café —esta semana tampoco, pitufo—, pero el tío es de los que las mata callando, un tiburón sanguinario con cara amable, más preocupado por continuar aumentando su nómina de beneficios que por contentarte a ti, mendrugillo, que, desde el sofá y tu cara llena de granos, ves la Fórmula 1 como si consistiera sólo en abonarte a DAZN, maldecir en público al pobre Antonio y dar luego tu opinión en Tik-tok, Youtube o redes sociales, como si le importara a alguien.
Maffei sabe dónde apretarnos, y si él ha jurado a Andretti que jamás pisará nuestro deporte [Mario Andretti: Liberty Ceo Says Andretti Cadillac F1 Entry Will Never Be Granted], o General Motors redobla su compromiso u olvidémonos de ver a la norteamericana pisando la F1 [El puntito naïf].
Tiene gracia la cosa, al final el asunto era entre estadounidenses...
Sigo apostando por Haas como puerta de entrada de Andretti a nuestra actividad. Sede en Gran Bretaña, aureola yanqui, drama con la salida de Steiner y el desembarco de Komatsu, aunque, por lo que se ve, Magnussen persevera en su genuino comportamiento sólo queda sino batirse.
El protagonista de esta entrada sabe pulsar las teclas adecuadas, y únicamente por eso debería ser temido. Gana un pastizal y pretende seguir acumulándolo, y ni falta que le hace pensar un instante en nosotros o en el deporte. Es el mercado, amigo, que decía el poeta.
Os leo.
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