Con ambos Mundiales prácticamente en el bolsillo, la quinta prueba del calendario 2020 parecía el momento adecuado para que Mercedes AMG comenzara a ceder terreno a sus competidores y, puesto que Ferrari de momento no está ni se la espera, Max sonaba en todas las quinielas desde el mismo viernes —Red Bull es su piloto holandés, no nos engañemos—, de manera que el hijo de Jos puso toda la carne en el asador y no dejó títere con cabeza, ni a su ingeniero de pista cuando le preguntó por radio si se había hidratado bien y si había bebido suficiente agua.
La clase del chaval es incuestionable y resultaría un desperdicio de líneas que me pusiera a desgranar todas y cada una de las cualidades que desplegó en Silverstone durante el Gran Premio del Septuagésimo Aniversario, básicamente porque en el momento en que escribo esta entrada ya se ha dicho casi todo. Acaso, sí me gustaría apuntar algo que no he leído: Verstappen con la cabeza fría parece un bisturí que abre la carne de sus oponentes con una sencillez que esconde tras de sí el trabajo de unas manos firmes, una inteligencia felina, y una confianza en sí mismo que está pidiendo a gritos algo más que ser el rival de Hamilton cuando a Brackley le viene bien.
Y el caso es que la carrera parecía diseñada para que los de la estrella de tres puntas no las tuvieran todas consigo. No entiendo muy bien por qué FOM, y por supuesto Pirelli, no perseveran en mejorar el espectáculo jugando con las ruedas [¡Que viva el show!]. Las variables introducidas entre el Gran Premio de Gran Bretaña celebrado a comienzos de mes y el Gran Premio del Septuagésimo Aniversario supusieron un punto y aparte entre las cuatro primeras citas y esta última. De una parada como estrategia recomendada pasamos a tres en el intervalo de una semana, y, con el aumento de las presiones, se evaporó la facilidad con que han venido ganado los hombres de Wolff...
No me enredo. Max está suficientemente hecho y no admite ni un minuto más en el horno, pena que nuestra bendita Fórmula 1 siga dando la espalda a lo que reclaman los aficionados. Un posible séptimo título conseguido por el Campeón Mundial proletario batiéndose el cuero a cara de perro con Verstappen, valdría infintamente más que los seis anteriores. No lo entiendo, aunque hace tiempo que he aceptado que la F1 no está para dogfights.
Os leo.
1 comentario:
Que le regalaban la victoria a Max lo dejaron clarinete cuando, pudiendo al menos diversificar la estrategia de neumáticos en la Q2, a sabiendas que el holandés iba a clasificar con los duros, no lo hicieron. 2º y 3º, tal como va el campeonato, lo pueden volver hacer cuando les salga del claxon. No me meto con su pedazo de coche, sino con la prohibición a los demás de intentar acercarse a su rendimiento; es ahí donde reside la trampa.
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