Convenciendo, que es gerundio

Tenemos el ego tan subidito que el día que tropiece se nos despeña con resultados fatales. Pasa en política, en nuestra vida diaria y por supuesto en lo tocante a la bendita Fórmula 1, que a algunos parece que les han regalado una trinchera y la cuidan como si fuese una mascota o un bebé.

Por evitarme disgustos, y también por profilaxis, suelo admitir un par de veces por jornada que me he equivocado, y me retracto y pido perdón si es necesario. No abuso con este tema porque como te descuides y solicites clemencia por tercera o cuarta vez te expones a escuchar ¡siempre te estás equivocando! y, como comprenderéis, tampoco es plan.

Y bien, Carlos Sáinz está siendo señalado por la prensa internacional como una de las más gratas sorpresas de la temporada y en España no se ha equivocado nadie con él, vamos, que ya tenemos convenientemente repartidos en compartimentos estancos a los que distinguieron sus fabulosas cualidades como piloto viéndole en patinete camino de la escuela, los que siempre han confiado en el poderío de los genes de su santo padre —tendría gracia que la delicadeza en circuito viniese de la carga cromosomática aportada por Reyes, su madre—, y, por supuesto, los que negando que no pueden verlo ni en pintura consideran que el españolito de turno ha tenido mucha suerte en 2019.

Hay opiniones para todos los gustos pero la mayoría son sólidas como rocas, absolutos inamovibles, ¡con lo peligrosos que son los absolutos inamovibles...!

El caso es que a mí me ha pasado que Sáinz ha terminado de convencerme del todo. No se me cayeron los anillos admitiendo que el Ricciardo de 2014 me supuso un descubrimiento y hace relativamente poco he escrito que todavía soy incapaz de ver a Russell. También he apuntado en Nürbu mis dudas sobre Carlos y cómo las íbamos disipando juntos... No sé, convencer es un verbo bonito. La vida es tránsito, pero parece evidente que para disfrutarla plenamente hay que estar dispuesto a cambiar de opinión porque las razones absolutas ni existen ni son buenas compañeras de viaje.

Tenemos ante nosotros a un piloto dispuesto a crecer y, no es por nada, me apetece disfrutar de esa propuesta de trayecto incluso pidiendo perdón por no haberlo visto antes con la nitidez de otros.

Os leo.