Si el año pasado entreveía que el chasis del C33 iba muy por delante de la unidad propulsora que suministraba Ferrari, esta temporada alababa que el C34 se la hubiera cogido con papel de fumar en cuanto a expectativas aerodinámicas —por aquello de ajustarse a las previsibles prestaciones de la plataforma impulsora italiana—, pero se ve que tanto la gente de Hinwill como yo, errábamos el tiro, ya que la mejora del Tipo 059/4 con respecto al Tipo 059/3 de 2014, ha sido sencillamente abrumadora y obviamente, el monoplaza suizo ha sufrido lo suyo para encontrarse a la altura.
En este orden de cosas, se podría decir que Sauber ha mejorado considerablemente, aunque bajo mi humilde punto de vista, no ha sido suficiente.
Felipe Nasr y Marcus Ericsson han conseguido entrar en los puntos con cierta regularidad, logrando entre los dos un total de 36 para su equipo (el año pasado no se obtuvo ninguno), pero la cosecha ha ido perdiendo fuelle conforme iba avanzando la temporada y las carencias del coche se hacían más y más palpables, entre otras cosas, porque el nivel de evolución se ha visto muy comprometido por los problemas de dinero que arrastra la escudería desde hace al menos cuatro sesiones.
En este sentido, la llegada de Banco do Brasil como patrocinador, amén de poner un poquito de color en las espartanas carrocerías de los Sauber (¡ya era hora!), alimentaba las esperanzas, pero la de Hinwill no es Manor, lleva el competir en su ADN y aquí es donde soy de la opinión de que alguien no hizo bien los cálculos a comienzos de año.
Como comentaba al inicio, el C34 ajustaba su aerodinámica a unos requerimiento que por lo visto en 2014, a priori podía ser bajos, pero bien por falta de confianza en el trabajo de Maranello o por exceso de autoestima, o quizás porque la relación con la italiana no es tan hermosa como se nos ha vendido, Sauber ha desperdiciado una bonita oportunidad para abandonar la cola del pelotón, viéndose obligada a invertir su tiempo y esfuerzos en intentar resolver un cúmulo de problemas que tienen su foco en la difícil convivencia del chasis con la unidad propulsora —ha aflorado fundamentalmente a través del comprometido uso de las gomas Pirelli—, situación que mejoraba con el estreno del morro corto (tipo Brackley) en el Gran Premio de Singapur. Aunque visto lo visto, la idea llegaba tarde.
Y lo cierto es que el futuro inmediato no parece muy halagüeño que digamos.
La campaña 2016 trae como novedad la irrupción de Haas, y aunque hay quien piensa que la norteamericana se batirá el cuero con Manor, soy de la opinión de que a quien va a hacer realmente daño va a ser a Sauber.
En este orden de cosas, se podría decir que Sauber ha mejorado considerablemente, aunque bajo mi humilde punto de vista, no ha sido suficiente.
Felipe Nasr y Marcus Ericsson han conseguido entrar en los puntos con cierta regularidad, logrando entre los dos un total de 36 para su equipo (el año pasado no se obtuvo ninguno), pero la cosecha ha ido perdiendo fuelle conforme iba avanzando la temporada y las carencias del coche se hacían más y más palpables, entre otras cosas, porque el nivel de evolución se ha visto muy comprometido por los problemas de dinero que arrastra la escudería desde hace al menos cuatro sesiones.
En este sentido, la llegada de Banco do Brasil como patrocinador, amén de poner un poquito de color en las espartanas carrocerías de los Sauber (¡ya era hora!), alimentaba las esperanzas, pero la de Hinwill no es Manor, lleva el competir en su ADN y aquí es donde soy de la opinión de que alguien no hizo bien los cálculos a comienzos de año.
Como comentaba al inicio, el C34 ajustaba su aerodinámica a unos requerimiento que por lo visto en 2014, a priori podía ser bajos, pero bien por falta de confianza en el trabajo de Maranello o por exceso de autoestima, o quizás porque la relación con la italiana no es tan hermosa como se nos ha vendido, Sauber ha desperdiciado una bonita oportunidad para abandonar la cola del pelotón, viéndose obligada a invertir su tiempo y esfuerzos en intentar resolver un cúmulo de problemas que tienen su foco en la difícil convivencia del chasis con la unidad propulsora —ha aflorado fundamentalmente a través del comprometido uso de las gomas Pirelli—, situación que mejoraba con el estreno del morro corto (tipo Brackley) en el Gran Premio de Singapur. Aunque visto lo visto, la idea llegaba tarde.
Y lo cierto es que el futuro inmediato no parece muy halagüeño que digamos.
La campaña 2016 trae como novedad la irrupción de Haas, y aunque hay quien piensa que la norteamericana se batirá el cuero con Manor, soy de la opinión de que a quien va a hacer realmente daño va a ser a Sauber.
Primero de todo porque el nivel de compadreo alcanzado por el equipo de Gene Haas y Maranello, recuerda demasiado al establecido en el pasado entre Faenza y Milton Keynes, y segundo y tal vez más importante, porque con la actual situación económica que atraviesa Sauber y el bajo nivel de respuesta mostrado en 2014 y 2015, la recuperación de este año para el que viene, se me antoja una quimera.
Lógicamente, espero equivocarme.
Os leo.
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