Sólo una persona de nuestro mundillo se ha atrevido a preguntarme directamente de dónde salían mis conocimientos sobre aerodinámica. El encuentro fue breve, la verdad. La pregunta me sorprendió tanto, que apenas invertí un instante en decir que de jovenzuelo quise ser Ingeniero Aeronaútico y Arquitecto para decantarme finalmente por cursar Bellas Artes.
Tanto hablar de las naves que compiten en la Copa del América, de aeronaves, ekranoplanos y de diseños difíciles de soñar; y también de defenderme como gato panza arriba frente a argumentos como la flexibilidad, la sustentanción o la downforce... todo tenía que tener algún origen más allá de las pistas que daba el sencillo hombre de letras con el que me he dibujado en este blog.
Charly [Barazal] me agarró de los cataplines en GPCast hace ya algunos años. Él intuía algo que a los demás les había pasado desapercibido o no querían ver, y lógicamente, preguntó, como hacen las personas cabales...
En fin, hoy, cuando mi hijo Josu está a punto de graduarse como Ingeniero Mecánico con notas que harían palidecer los colores y las hebras de tinta de mis mejores ilustraciones, o los párrafos más floridos que he escrito, toca rematar aquella faena que quedó inconclusa.
Y puesto que en mi libro cuento los infinitos inventos que compartimos mi chaval y yo cuando él no levantaba dos palmos del suelo; mis propios flirteos con el aeromodelismo naval y aeronáutico desde edad bastante temprana, o mi amor desenfrenado por las maquetas de cohetes, aviones, helicópteros y coches; o cómo, hasta quien dice anteayer, he seguido abonado a revistas como Auto&Design (para compensar, también os diré que compraba Automobiles Classiques Magazine), os voy a confesar que sin ser uno de los campos de conocimiento que más me enamoren, me defiendo bien aunque justito en esto, gracias a los numerosos libros y revistas que he digerido al respecto, y también, que es a lo que vamos, a volúmenes como el que os recomiendo en esta entrada.
Y puesto que en mi libro cuento los infinitos inventos que compartimos mi chaval y yo cuando él no levantaba dos palmos del suelo; mis propios flirteos con el aeromodelismo naval y aeronáutico desde edad bastante temprana, o mi amor desenfrenado por las maquetas de cohetes, aviones, helicópteros y coches; o cómo, hasta quien dice anteayer, he seguido abonado a revistas como Auto&Design (para compensar, también os diré que compraba Automobiles Classiques Magazine), os voy a confesar que sin ser uno de los campos de conocimiento que más me enamoren, me defiendo bien aunque justito en esto, gracias a los numerosos libros y revistas que he digerido al respecto, y también, que es a lo que vamos, a volúmenes como el que os recomiendo en esta entrada.
Prologado en su versión en español (CEAC, 2000) por el grandísimo Enrique Scalabroni, el texto de Simon McBeath nos acerca desde una óptica amena y didáctica, al mundo de la aerodinámica aplicada al automóvil de competición. Comprensible, en una palabra.
Lejos de ecuaciones y engorrosas explicaciones, McBeath es capaz de hacer asequible el áspero asunto que da título a su obra, desde una visión multidisciplinar y a la vez histórica. Una bicoca, vamos. Tanto es así, que es otro de mis libros de cabecera, porque en un mundo de matices como es la Fórmula 1 actual, es dificilísimo entender la ventaja que supone pasar más rápido que nadie por curva sin atender a eso que denominamos aerodinámica.
Si tenéis un rato que desperdiciar, os propondría que le echárais un ojo aunque fuese en PDF (desconozco si se puede adquirir en papel).
Lejos de suponer un diccionario para traducir conceptos, este libro se aplica con esmero a resolver la cuatro reglas que aprendíamos cuando pequeños, pero concretadas en la máxima expresión del automovilismo deportivo. Aclara de qué van los alerones y el fondo plano, la importancia que tienen el peso o el empuje. Explica cómo hay que sacrificar velocidad punta en recta para ganarla en los giros. Y nos acerca a ese mundo en el que veía yo en 2012 a Adrian Newey paseando en calzoncillos por la cocina de su casa, ideando pérfidas maquinaciones con las que Sebastian siempre salía airoso.
Os leo.
4 comentarios:
En papel:
http://www.amazon.es/Aerodinamica-automovil-competicion-Simon-Mcbeath/dp/8432911674
O en:
http://www.casadellibro.com/libro-aerodinamica-del-automovil-de-competicion/9788432911675/1026487
Por si el señor Noel se quiere estirar conmigo mañana o pasado.
Muchísimas gracias por estas joyas que nos recomiendas.
Saludos
Sr.Polyphenol
Tengo que agradecerte José por todas estas joyas que nos haces conocer para que podamos leer, disfrutar y entender un poco más. Hace poco termine el libro de Jo Ramirez y es excelente! Como futuro ing. Aeronáutico y amante de los autos, voy a echarle un vistazo.
Saludos desde Argentina
Cuando imaginabas a Newey dando vueltas en gallumbos, ¿no visualizabas a su lado a Ecclestone con tacones y Whiting con cofia diciéndole que sí a todo?.
¿Quieres que demos por válido un sistema que cuando el piloto levanta el pie del acelerador, aumenta la carga del coche?. Sí, claro...
¿Que las pruebas de flexibilidad sean en parado y que no se admita como prueba una cámara fija de TV o un simple sensor láser en la punta del alerón?. Se puede mirar, pero no sé si colará...
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