El tren bala

A Bernie no se le ha visto en Jerez pero parece no querer que olvidemos que la Fórmula 1 es él, de forma que si ya cantó La Traviata hace unos días llamando farsa a lo que sucedía en el asfalto del circuito gaditano, arremete de nuevo contra lo que él mismo ha creado justificando la caída de audiencias sufrida el año pasado, en aspectos deportivos tales como que «el campeonato estuvo dominado con mano de hierro por Sebastian Vettel durante la segunda mitad del mismo.» 

Ya que el gañán octogenario alude al deporte, cabría preguntarse qué pasa porque un deportista se muestre tan sobresaliente. Sin ir muy lejos, en un pasado no demasiado lejano a don Bernardo le encandilaba que Michael no dejara ni las migajas a sus rivales mientras asaltaba un campeonato tras otro, y ya puestos, suya es esta reciente afirmación sobre el piloto de Heppenheim: «Sebastian tiene cualidades que otros no poseen y su título es totalmente merecido» (La Gazzetta dello Sport, 24 de diciembre de 2013).

Si no fuera porque en el fondo estamos más que acostumbrados a este tipo de imposturas, confesaría que cosas como estas me dejan de un aire, porque contar con un individuo que dispone de cualidades que otros no tienen y que consigue un título totalmente merecido, jamás debería suponer un problema para una actividad que se dice cresta de la ola en cuanto a máxima expresión del automovilismo deportivo. Más bien al contrario, debería ser una bendición o acaso una veta de metal precioso a explotar en cuanto a oportunidad para el relleno de gradas o el aumento de las audiencias televisivas.

Que falla la gestión ya lo sabíamos. Infiniti se quejaba no hace mucho de que a Vettel se le veía poco en las retransmisiones y de que su imagen de marca se veía mermada por ello, y por coincidencias que tiene la vida, hace unas horas en este mismo blog, yo mismo abundaba en el contrasentido que supone que el espectáculo moderno esté depositado en las carreras, en cualquier sitio menos en la cabeza de las mismas…

En fin, no me distraigo. Doy por supuesto que al británico le preocupa el actual estado de cosas pero no puedo tragar con su nueva rueda de molino porque en mi humilde opinión el problema no es Vettel, sino cómo ha utilizado la F1 su figura estas últimas temporadas.

Me gustaría saber en qué medida la afición rechaza de plano los abusos federativos o de otro tipo, que por mucho que se niegue han rodeado y enturbiado al menos cuatro de los últimos cinco campeonatos, pero Bernie no va a responder a eso, ni nos contará por qué formó parte imprescindible del golpe de estado que dio a Red Bull, gracias a Pirelli, ese dominio con mano de hierro que ahora y en sus palabras, justifica el aburrimiento del respetable durante las postrimerías de 2013.

Propone puntar doble en las tres últimas carreras del Mundial para paliar este tipo de destrozos, pero a mí se me ocurre que mientras él y los que son como él no dejen de meter la mano en el puchero con la consabida excusa del espectáculo, a lo peor nos encontramos con que Vettel o cualquier otro piloto, llegan de igual modo a la última prueba con posibilidades de sacar el brazo por fuera del habitáculo, pero esta vez, con mayor saldo de puntos.

Bernie viaja en tren bala. Sólo tiene ojos para ver lo que sucede en un horizonte que está a kilómetros de distancia y ha olvidado que sus gafas siguen empañadas y le convendría limpiarlas un poco, más que nada, por dejar de aburrirnos.

Os leo.

[Publicado en Diariomotor]