jueves, 13 de febrero de 2014

Área 51


Mal que nos pese estamos en ese punto en que te dicen que ha sido capturado un marciano y que lo tienen retenido en una base secreta los americanos, y te lo crees sin pararte a preguntar si el espécimen es gris, verde o amarillo o se parece a Belén Esteban.

Hemos salido de Jerez con lo puesto, tal como entramos en el circuito andaluz pero sin haber visto siquiera al E22 de Lotus. Admitámoslo de una puñetera vez, hemos gastado los últimos meses un montón de líneas en prever lo que nos depararía el futuro y éste viene y llega y nos ha pasado por encima. Total, que las unidades de potencia, aunque no han sido explotadas en todo su rendimiento según dice la mayoría, siguen sirviendo para lo que servían los viejos motores atmosféricos, para impulsar los coches sobre el asfalto.

¿Alguien ha notado algo? Bueno, sí, dicen que los modernos propulsores suenan más rarunos y opacos, menos cantarines, para que nos hagamos una idea, pero en términos generales, se podría decir que el contexto es el mismo de hace doce meses exactos: nada por aquí, nada por allá...

Y es que Jerez es el Área 51 de nuestro deporte, un lugar indispensable para entender el mundo pero impreciso, sobre el cual ni Google Earth se ha tomado la molestia de establecer límites, no sea que alguien piense que aproximándose desde el espacio puede encontrar algo que no sean estadísticas y números que en Melbourne se volverán papel mojado, agua de borrajas o vaya usted a saber qué otra mandanga sosa, porque como vengo diciendo, salimos de Andalucía como entramos en ella, con una mano delante y otra detrás, en pelota picada, que dirían los genuinos.

Pero esta semana que viene nos ponemos en Bahrein y dicen los mismos de antes que será otra cosa.

Sakhir será lo que Dios diga pero no deja de ser un punto y coma en todo esto y bastante caliente. Un lugar paradisiaco si no fuera por esa panda de revoltosos ajenos a la Fórmula 1 que pide más libertad que la que el feroz capitalismo y sus gavelas consideran que merecen. 

En fin, reseteemos un poco. Hace un par de semanas, como es de sobra conocido, se celebraron los primeros entrenamientos de pretemporada en tierras gaditanas y por no ver no vimos ni a Pirelli, proveedor único que escaldado en experiencias anteriores, se llevó a Jerez unos neumáticos de mentirijillas para sortear con notable alto una prueba en la que la italiana suspendió el año pasado. Los motores bien, más bajos de revoluciones que lo que esperábamos pero inmaculados en líneas generales salvo acaso, Renault y sus inclemencias de recién nacido; y la aerodinámica, a falta de un circuito cuya excelencia para sondearla y probarla ha sido ampliamente contrastada, Montmeló, se queda como asignatura pendiente a la espera de lo que nos depare el emirato árabe donde posaremos nuestros huesos y afanes en apenas seis días.

La vida sigue y en breve se levantará el telón del segundo acto de esta historia que no ha hecho sino comenzar. Temporada 2014, Bahrein 1.0 como próxima estación y nosotros, como lerdos, perdidos en el centro de una nada que en Nevada y según Google Earth, corresponde a un aeródromo y sus aledaños que en su inanidad oculta lo que todos intuimos: que hay tema en Área 51, lo que sería excusa suficiente como para que alguien, quien sea, les diga a los de arriba que sería deseable que compartieran la información clasificada con los aficionados de a pie, no sea que los americanos hayan pillado a uno de esos personajillos verdes, amarillos o grises que vienen de Alfa Centauri y nosotros nos quedemos a dos velas, como de costumbre.

Os leo.

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