Hemos superado el Gran Premio de Canadá. No es mitad de temporada pero se han cubierto objetivos bajando el nivel de exigencia hasta donde me ha sido posible, por ejemplo, de manera que el trallazo de las diez primeras carreras ha resultado digerible como puré de frutas para bebé; además, como si fuera un anciano cerezo japonés, ha florecido mi otrora apolillado apasionamiento y, en términos generales, diríase que he disfrutado como un recién llegado a todo esto, y leedlo como os venga en gana, tenéis mi bendición.
Nos queda un largo stint hasta Abu Dhabi. Nürbu ha absorbido el daño provocado por mi abandono de Twitter y nos movemos de nuevo en cifras de lectura de prepandemia —¡jopetas, qué saborcito tan rico produce poder escribir como hacen algunos políticos!—. Me abasteceré en vuelo y sólo tocaré suelo para pasar la ITV o que me hagan chapa y pintura si se requiere, y para abastecer la bodega de munición y servirme un café negro, bien cargado, que tomaré plácidamente mientras me repito para mis adentros: ¡alguien tenía que hacerlo!
Os leo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario