domingo, 27 de abril de 2025

Los pequeños licántropos


Un ciclo más, querida...

Tu cumpleaños de nuevo. Tratando de imaginar de qué hablaban en un lugar parecido a éste, hace cien años, dos seres diferentes a ti y a mí mientras se protegían de la llovizna o disfrutaban las primeras luces del amanecer, lamentando para sí, seguramente, que no hubiese nacido todavía un Alexandre Desplat que pusiera banda sonora a un hecho tan nimio como merecedor de unas hermosas notas musicales de acompañamiento.

Habida cuenta de que, leía hace nada en las páginas de un libro, dentro de un siglo habitarán dos personas distintas a nosotros un espacio similar al que ocupamos tú y yo en este instante, permaneciendo en silencio o charlando sobre las constantes que tejen el universo, valorando, tal vez, lo insignificantes que somos si olvidamos que este mundo no es otra cosa que una gigantesca ilusión donde lo único real es la memoria, aunque, al cabo, como afirmaba el gran Manoel de Oliveira en uno de sus momentos de brillante lucidez: la memoria siempre resulte ser una invención.

El caso es que suena Desplat y Amama duerme mientras vigilo el horizonte más allá de donde alcanzan a ver mis ojos, y evoco tu recuerdo porque el aquí y el ahora siguen consistiendo en el machadiano hacer buen camino al andar; como hiciste tú en vida, como escribía yo hace no mucho: con el único fin de quedar prendidos en la memoria de nuestros seres queridos, y ser de donde queremos ser y pertenecer sólo a quienes hemos elegido pertenecer...

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