En los tiempos que corren, cuando la dureza de paladar que provoca la actual Fórmula 1 ha llevado a muchos a mecerse en brazos de licores menos exigentes pero más lustrosos en redes sociales, puede sonar a innecesario hablar de la magnitud que adquieren las 24 Horas de Le Mans en su siglo como prueba [El centenario], a pesar de que hay que llegar a cumplirlos y es de alabar el enorme esfuerzo realizado por el ACO (Automobile Club de l'Ouest) por mantener su seña de identidad y lograr con el paso de las décadas que su carrera goce de una marca de agua que la sigue distinguiendo de otras.
Con las inevitables luces y sombras que conlleva sobrevivir a un trayecto tan largo, las 24 Horas continúan gozando de la misma atmósfera que las alentó en junio de 1923: una jornada completa de aventura, con su noche intercalada, en la que equipos, máquinas y pilotos, luchan sobre el asfalto por lograr un sueño que demasiadas veces resulta inalcanzable, y así desde hace 100 años...
Os leo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario