sábado, 11 de enero de 2020

Es enero


Todos los años salgo con la misma monserga —disculpadme si eso—, pero es que enero tiene estas cosas y no le pasa nada a vuestro televisor ni ocurre nada (especial) con nuestro deporte. Si leemos prácticamente las mismas noticias u opiniones, o las vemos o escuchamos, que tanto da, se debe básicamente a que es enero y este jodido primer mes del calendario tiene la fea costumbre de enseñar nuestros más negros costurones.

Pensad, además, que este lunes pasado hemos celebrado la defunción de la petardada de los anuncios moñas de colonias y perfumes, que admiro el empeño que muestran porque mejoremos un poquito nuestro francés e inglés, pero ¡jopetas con el coñazo anual! We love this scandal! El martes tocaba consagración del gobierno y en un abrir y cerrar de ojos pasábamos del caos absoluto al gasto incontrolable y al mañana Steve Bannon dirá por dónde derrapa la actualidad...

No pretendo ser demasiado cabroncete. Llevo a cuestas una buena jornada y esta tarde he hablado con uno de esos periodistas que no me está permitido nombrar.

La cosa está malita, me dice. Se cobra una mierda por artículos que antes te salvaban media semana, te piratean todo y a la gente le importa una castaña el original y sus fuentes, pero el Dakar está ayudando a salvar los muebles de un mes que siempre es malo de cojones porque la información sobre automovilismo deportivo está acostumbrada a pivotar sobre la Fórmula 1, y la Autosport y la MotorSport, incluso Auto Motor und Sport, Sport Auto y Auto Hebdo, le están dando especialmente fuerte al raid que se celebra en Arabia Saudita porque, quizás, sólo quizás, Liberty Media no sabe magrear la realidad como hacía Bernie Ecclestone en sus mejores momentos...

Ambos, él y yo, sabemos de sobra qué coño pasa con el Dakar 2020 para que concite tanta atención, pero como tampoco es cuestión de herir a nadie, mejor lo dejamos en este punto.

Enero es muy putañero, y disculpadme la expresión. La dependecia en España de lo que nos llega de afuera es brutal, y puesto que tenemos a nuestros abrevaderos enfocados en plan hammertime sobre una prueba, que no es por nada, pero no le gusta a todo el mundo —tampoco tendría que hacerlo—, lo normal es que nos esté saliendo un enero bastante extraño para lo que viene siendo un enero estereotipo.

Ayuda menos a resolver la situación que nuestros gurúes, sotanillas y juntaletras, estén dale que dale a mirarse el puto ombligo o a compartir historias de abuelo Cebolleta que sólo entienden ellos, como esos chistes malos que salen solos después de cinco o seis chatos en la taberna y se ríen entre la concurrencia porque con tanto vino en el estómago hay que reírse de algo.

No me extiendo. Es enero, y siento ser pesado con este asunto. La realidad es la que es y aunque esto parezca un solar, lo cierto es que hay mucha vida buscando su supervivencia con las escasas herramientas que nos proporciona la actualidad. Miradme a mí, ¡coñe! No sabía ni por dónde meter mano a esta entrada, pero me he pillado a Fernando conduciendo el Ferrari 512 S Coda Lunga en La Sarthe, durante su exhibición en Le Mans 2014, y me he dicho: José Antonio, lo tienes; ahí hay un animal de carreras que está pensando en qué coño hace malgastando su vida en la Fórmula 1 cuando había (ya entonces) infinitos universos por descubrir...

Todo nos pasa por encima pero es enero, no le déis más vueltas.

Os leo.

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