Desde que tengo uso de razón en este blog, todos los años
dedico una o dos entradas al asunto que voy a tratar hoy: la medida
ignorancia a la que somete el deporte al aficionado.
Creo que lo mencionaba hace poco Montezemolo al respecto de la visión
que tiene de las cosas Bernie, y al flaco favor que se le hace a la
actividad aplicando un prisma tan cortoplacista como idiota, que lo
mismo quita del canal Youtube un video que puede resultar interesante
desde el plano mecánico o deportivo, que aniquila otro tan inocuo como
una abuela comiendo pastel en una fiesta de cumpleaños. La cosa actual
consiste en eliminar, ocultar, desposeer al aficionado de lo poco que le
queda. Y no hablo de aspectos secretos, hasta ahí podríamos llegar,
sino de erradicar todo contacto entre las entrañas de la actividad con
quienes la damos sentido.
Resulta curioso valorar cómo no hace
tantos años, la asequibilidad era el pan de cada día y cómo ahora, que
en principio Internet lo ha puesto mucho más fácil, la Fórmula 1
persiste en mantenerse alejada de la realidad que le toca vivir así
caigan chuzos de punta.
Esta mañana, por ejemplo, que me la he pasado en la cama porque llevo
encima un catarrazo de mil demonios, me he entretenido siguiendo la
estela de una imagen publicada en Twitter en la que juro por todos los
dioses que apenas se veía nada, pero que así y todo, ha originado un
montón de especulaciones.
Huelga decir que me he quedado compuesto y sin novia, cosa que no ha
evitado que haya renacido en mí esa oscura sensación de todos los años
que atiende a que cada vez contamos menos para los manuses que manejan
el cotarro. No estoy pidiendo, obviamente, que nos pasen los planos de
cada cacharro, ni siquiera que nos expliquen cada novedad que van a
llevar incorporada, pero extraño un poco más de información que nos
ayude a aliviar estas pesadas horas de espera. Y es que la peña quiere
material sobre el que discutir, ideas para ir madurando con los colegas,
planteamientos a mano alzada que meterse entre pecho y espalda, y es
legítimo, porque llegarán los entrenamientos preliminares y a pesar de
que todos sabemos que entre ellos y Melbourne puede haber un mundo de
distancia, la indigestión de información que acabará siendo siempre
contraproducente, no nos la quita nadie. Total, que nos ponemos en el
inicio de la temporada intentando desentrañar los deberes del año
pasado, y lo que es más grave, aspirando a comprender qué demonios está
sucediendo.
Sucede que a Bernie no le interesa ser claro, que es él quien fomenta
tanto silencio y quien quiere manejar la cucharilla con la que nos da
la papilla que aterriza en nuestras bocas haciendo el ruido de un avión.
Que no es ella la que hace el ruido de las hélices o los reactores,
entendámonos, sino el viejo desde su cómoda silla de sabelotodo mesiánico, porque a él y sólo a él, le mola este universo para bobos.
En fin. 2014 está repleto de novedades y si nadie lo remedia, nos las
comeremos todas de golpe. Tenemos por un lado un reglamento FIA y una
serie de especulaciones a su respecto que hemos podido entresacar de las
diferentes exteriorizaciones, escasas en todo caso, de algunos de los
responsables de equipos. No tenemos nada y todos los sabemos, y en
Jerez, cuando comience el barullo, seguiremos sabiendo lo mismo o
parecido que ahora porque las escuderías no están sujetas a la normativa
y pueden hacer de su capa un sayo. Seguramente Craig Scarborough y
Giorgio Piola nos ayudarán a empezar a salir de dudas, o a ampliarlas si
es que no aciertan, pero en todo caso, en Australia empezarán a ocurrir
cosas raras que nadie tenía previstas, como si lo viera, porque en el fondo, resultaban de todo punto de vista imprevisibles.
Bastaría que la FIA y Bernie se tomaran un poco más en serio el deporte y a quienes les seguimos, para que el impass
existente entre noviembre y marzo fructificara para todos en bien del
propio deporte. La primera, se me ocurre, haciendo públicos cuáles serán
los baremos que va a seguir a la hora de valorar la legalidad o la
ilegalidad de los monoplazas, y el segundo, entendiendo de una vez por
todas que el cartelito de «Please call again» supone un anacronismo.
Sé que esto que digo es clamar en el desierto, pero por intentarlo
una vez más que no quede. Soy consciente de que la FIA no sabe a estas
horas cómo va a ser aplicada la nueva normativa y que Bernie le está
cubriendo la espaldas, pero permitidme que lo deje escrito: ¡manda huevos!
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