La instantánea de este año pasado, 2013, ha sido Rush. Si hubiera que escoger un momento dramático o épico, más allá de la temporada de hastío que ya se nos ha olvidado pero que ha existido, me quedo con el accidente de Niki en Nürburgring o con ese momentazo en que James le recuerda al periodista impertinente que su principal enemigo en pista siempre se merece un respeto, el máximo respeto, ese respeto que no comprende nadie que no se haya jugado la vida con él...
Lejos de Rush, el film, apenas hemos capeado el temporal con los donuts de Sebastian y cuando creíamos que el mundo era sencillamente diferente, bajo las notas que entona Frank Sinatra cantando «Young At Heart» me encuentro con que el universo sigue que sigue y que a Charlie [Whiting] le haría falta un visionado en bucle de todos los capítulos de Barrio Sésamo para que se entere de una vez por todas que delante y detrás son dos conceptos bien diferentes.
El británico, a quien algunas voces daban por jubilado o erradicado, como mejor lo veáis, acaba de salir de su leonera para decirnos que sigue siendo importante. Total, que entre comentarios varios se le ha escapado la personal percepción que tiene de ese engendro del diablo al que los finos llaman DRS. Y dice que lo ve pertinente y sumamente adecuado para nuestro deporte, y porfía por su prolongada existencia entre nosotros aunque yerra en su profusa exposición sobre cómo va la cosa, porque entre pormenores y salpicaduras sólo acierta a colocar como protagonista al que adelanta, cuando es sabido que un adelantamiento es cosa de dos.
Rush de nuevo, ese signo de esperanza escrito en los cielos del celuloide mientras en la Tierra los cambios de posiciones eran cada vez más escasos incluso con DRS, el invento del demonio al que me refería antes.
Vamos a ver, el adelantamiento es una coreografía desde que las eras son eras, en la cual, un amante presiona y otro rechaza dando lugar a un tango en el que los dos protagonistas son igualmente imprescindibles, en el que la escena desborda a los actores, en el que si hay muerte o victoria es porque uno de los dos intervinientes supera las posibilidades del que se opone al pago de la deuda que exige el destino y lleva a éste, a jugar en las redes que ha tendido arteramente el primero. En el que no hay superación en sentido estricto, sino belleza.
Olvidarse de que en estas historia hay quien es adelantado es negar la realidad, supone negar Rush y toda una tradición levantada alrededor precisamente, del adelantamiento como poema escrito sobre el asfalto. Negar el todo, en definitiva, y negarnos a nosotros mismos de paso, por puritita miopía cortoplacista.
Charlie [Whiting] peca de soberbia cuando nos dice que el DRS es imprescindible y debe permanecer por los siglos de los siglos, o cuando nos vende la moto de que la fábrica de chocolate que todos anhelamos consiste en que uno de los bailarines quede supeditado al otro, con la mano atada a la espalda, danzando a la pata coja mientras quien le pondrá en la mano el ósculo negro que sentenciará su futuro juega con ventaja porque a él, a ella en este caso, la víctima, no le quedan más bemoles que dejarse hacer simplemente porque la normativa lo ha dibujado así.
Rush de nuevo. Hombres bailando bajo la lluvia o a pleno sol, en el lado oscuro de la luna en todo caso, donde se miden los titanes porque la libertad para dar un beso mortal no ha sido tasada en las frías líneas de un documento escrito por quienes no han bailado un tango en su puñetera vida, por quienes no saben que la vida y la muerte se pueden fundir en un instante exclusivo, pero sólo cuando la danza no está sujeta a estupideces y es consecuencia lógica del ánimo de quienes la protagonizan.
1 comentario:
Este dinosaurio forma parte de la casta que nos quiere hacer vivir en Matrix. Sus palabras buscan acólitos digitales que, anestesiados por los oropeles del mundo formulero perfecto en que nos quieren hacer vivir, repitan convencidos sus mantras. Nada nuevo bajo el sol.Lo mejor de todo es que falta un año menos para que se jubilen.Un saludo y a curarse en bloque en casa.
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