lunes, 27 de enero de 2025

Reconciliarse con Dios


A estas horas tenéis suficiente información sobre la Rolex 24 At Daytona celebrada este pasado fin de semana, como para que me permita ahorraros el disgusto de leerme en plan cronista, entre otras cosas porque me tomé la carrera como hacía antes de estrenar Nürbu y sujetarme, por propia voluntad, eso sí, a la pérfida dinámica de dar fe de esto o aquello, escribir luego unas líneas y comprobar más tarde cómo se las lleva el viento, como si fuesen hojas secas en otoño.

La vida del bloguero sufre altibajos, y después de periodos densos como el de 2024 tocaba decelerar, y el uno de enero pisé frenos, y frené, como supongo habéis notado, y después me enfoqué a recobrar más pronto que tarde ese sentimiento frente al motorsport que me empapaba cuando no tenía obligaciones y me divertía sencillamente por divertirme.

Sin libreta de apuntes ni tener obligación de permanecer conectado a varias fuentes de información para conocer cómo iban los sectores y los neumáticos, entre el Monte y Daytona elegí la cita norteamericana para tocar agua, casi por inercia, y bueno, el estreno no ha podido resultar mejor, quizá porque hay tantas cosas que sobran en este tipo de espectáculos que ni reparamos en lo disfrutonas que son las carreras de Resistencia cuando las ves a pelo y únicamente estás atento a las evoluciones de los coches sobre la pista.

Imagino que para cuando lleguemos a las 24 Horas de Le Mans se me habrá pasado esta vena bucólica, pero, como decía más arriba, la experiencia ha sido lo suficientemente satisfactoria como para que me merezca la pena anotarla. Bueno, por eso y también para que no se me olvide que menos es más sigue siendo un concepto la mar de hermoso.

Os leo.

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